Nada en la vida obedece a un solo motivo. Hasta la perfección en algo es imperfecta. Si en el fútbol despedir a un técnico y reemplazarlo por otro, que llega en plan de bombero a revertir la situación de precariedad de un equipo, y lo logra en un dos por tres, reemplazarían a los entrenadores cada vez que perdieran un partido. Pero no es así. El tema del presente del Junior no obedece a una sola causa, son varias y casi que las podemos enumerar una por una sin temor a equivocarnos.
El nivel de la mayoría de jugadores nos muestra que en la preparación física y futbolística del equipo hubo cosas que, o no se hicieron bien, o no se hicieron. También se nota el paupérrimo nivel de algunos en concreto. Los casos de Rosero, Ditta y Fuentes llaman la atención por su evidente torpeza y feria de errores que impacta directamente a Viera.
En 2020 se fueron jugadores que ganaron todo en Junior. Pérez, Narváez, Díaz, Chunga, se fueron nueve, llegaron once. Vásquez, Didier, Valencia, Angulo, Higuita, Rosero, Borja. Entonces, Comesaña renunció y el proyecto del “nuevo equipo” se quedó en eso, en proyecto.
En 2021, ya con Amaranto siguieron llegando, Pajoy, Rodríguez, Chaux, Sambueza, Homer, Bocanegra, Pacheco, Martínez, Martínez Borja, Herrera, Muñoz y Velasco.
Después, al irse Borja y Teófilo, el gran equipo que dejó Comesaña y que nos dio títulos, copas, Superliga y final continental dejó de existir. Pasamos de la mejor nómina del país a una de media tabla así todavía sea la más costosa. En Junior, todo jugador que llega o sale es cosa de los técnicos. Es una costumbre que no ha cambiado. Con Amaranto el Junior se fue cayendo a pedacitos.
En Amaranto, fueron evidentes dos cosas: una, que no pudo con el encargo y dos, que los señores Char le dieron mucho largo. Fue una espera jamás vista en el club. Cuando trajo a su último grupo de jugadores, declaró que “ahora sí jugaría como a él le gustaba”. Nunca supimos cómo le gustaría jugar.
Hoy, el menos responsable es el recién llegado Arturo Reyes pues mucho va de dirigir 67 partidos y sufrir 7 eliminaciones a un técnico que apenas ha dirigido 6 partidos (4 en Liga y 2 en Copa) así sume la eliminación en Copa.
De todo lo expuesto, lo que más pesó evidentemente, para el mal momento que vivimos, fue la improductiva espera a Amaranto. Ni siquiera un “equipo montado” como tal nos dejó. Al marcharse, el mismo Amaranto lo confesó: “intenté de todo, pero no pude”.
La reconstrucción que viene no va a ser fácil. Y volver a tener un equipazo, también…