En Uruguay no ha habido cuarentena. Porque no cedió a la tentación liberticida de restringir los derechos de circulación y movilidad de los ciudadanos. Solo suspendió las labores escolares y cerró las fronteras.
El presidente Luis Lacalle Pou, como señala Vargas Llosa, prefirió apelar “a la responsabilidad de los ciudadanos y declaró que nadie que quisiera salir a la calle o seguir trabajando sería impedido de hacerlo, multado o detenido”. ‘Depende de ustedes’ fue el implícito mensaje del gobierno uruguayo. De ahí que me guste el hashtag de la Alcaldía de Barranquilla #DependeDeTí, pues induce al autocuidado ciudadano.
Pero, hay una importante diferencia. Acá sí hemos padecido la cuarentena y las restricciones a las libertades: el pico y cédula, el toque de queda y la ley seca. Pese a todo esto, la cuarentena ha sido porosa. Mucha gente se la ha pasado por la faja. El Día de la Madre, por ejemplo, vivimos un verdadero festival callejero del trago y de los asados, sancochos y partidos de fútbol y dominó.
Desde luego, Uruguay es un país pequeño de unos 3,5 millones de habitantes. Su capital, Montevideo, es una ciudad muy tranquila, sin en el frenético ritmo de vida de urbes como Buenos Aires, Río de Janeiro, Sao Paulo o Bogotá. Y la ciudadanía uruguaya sabe acatar las normas, entiende que las personas no solo tenemos derechos sino deberes.
Nosotros somos otra cosa. Barranquilla, por ejemplo, es un territorio donde la irresponsabilidad e imprudencia se dan fértiles. Pero, la culpa no se la podemos cargar exclusivamente a la gente.
La responsabilidad es también de quienes han gobernado y gobiernan la ciudad, que casi nada han hecho en materia de educación ciudadana. Si tenemos una Barranquilla llena de “guaches”, como Antanas Mockus llamó una vez a quienes simbolizan la incultura ciudadana, es porque a la formación en ciudadanía le hemos concedido un lugar secundario en los planes de desarrollo y en la inversión pública. Tenemos que entender que no servirá de nada disponer de una Barranquilla estéticamente atrayente si la habita una ciudadanía sin compromiso, irresponsable y desconfiada.
Una contundente evidencia de esto ha sido el episodio del rechazo barrial a las pruebas COVID-19, con postales incluso divertidamente macondianas como la de una señora en el barrio Simón Bolívar que cuando vio llegar a las ataviadas brigadas de salud del Distrito les dijo a los vecinos:“¡Cierren las puertas que vienen los astronautas esos!”.
@HoracioBrieva