En mis años de columnista de EL HERALDO nunca había atizado una deliberación tan intensa. El fondo del debate son unas actuaciones urbanísticas de Argos basadas en un acomodado marco de legalidad. En el ordenamiento ambiental y territorial y en lo tributario, hay favorecimientos a Argos sin los cuales no hubiese podido hacer lo que ha hecho.

Argos heredó en Barranquilla una enorme cantidad de tierra. Una parte está en Puerto Colombia por el litigio de límites entre ambos territorios.

Tras usar esos suelos como canteras, Argos rellenó los socavones y puso en marcha un gigantesco negocio inmobiliario que ha implicado la destrucción de relictos de bosque seco tropical.

Se ha aceptado que el urbanismo de Argos - en los alrededores de Buenavista - alcanza a satisfacer las exigencias de los especialistas. Las tensiones comenzaron por Ciudad Mallorquín. Y la disputa escaló por los problemas de Alameda del Río.

Lo que sin duda encumbró la molestia de la ciudad fue el despropósito de Argos de imponer un proyecto habitacional en un sector industrial. De momento está frenado. Pero se viene Lago Foret en el norte de Barranquilla, otro peligro al ecosistema.

Gustavo Bell, Nicolás Renowitzky, María Correa, Jorge Vergara, Roque Yidi, Alberto Mario Forero, Raymundo Marenco, Roberto Tapia, José Raúl Rodríguez, Yul Fuenmayor, Mabel Castillo, Edinson Borja, Brandon Baquero, Tatiana Maestre, Omar Angulo y este columnista hemos sido los integrantes de la sociedad civil más comprometidos con esta causa. Asimismo, los gremios de arquitectos y de ingenieros civiles y químicos.

Gracias a la presión ciudadana, la Procuraduría no dudó en intervenir, la Fiscalía aceleró su línea investigativa sobre el tema, la CRA anunció ajustes al Pomca Mallorquín 2017 y algunos concejales prometieron revisar el POT 2014 de Barranquilla. El último en sumarse fue el ministerio de Ambiente, a cuya titular, María Susana Muhamad, se le pidió su actuación durante meses a través de oficios. Hay que felicitar a Muhamad por haberse apersonado, por fin, del daño de Mallorquín. Solo Puerto Colombia, con una alta responsabilidad en el ecocidio, ha guardado un raro silencio.

Ciudad Mallorquín no estaba en la agenda presidencial del martes 7 en Barranquilla, pero la ministra comprendió su relevancia y pidió darle tarima en el colegio Marco Fidel Suárez. Infortunadamente, quien ejerció la vocería no presentó el asunto con la suficiente solidez, como sí lo hubiera hecho cualquiera de los actores que hemos estado en la primera línea de este riesgoso conflicto urbano-ambiental. En estos eventos deberían hablar los que saben. No los amigos de Gustavo Petro.