El martes 20 de abril un grupo de activistas protagonizó en Manhattan un hecho llamativo: ofreció tabacos de marihuana a todo aquel que se vacunara contra la covid-19 y que quisiera, por supuesto, fumarse un porro.

La singular iniciativa tuvo una doble motivación: celebrar la legalización del cannabis recreativo en el Estado de Nueva York y la jornada de vacunación del mencionado martes. Uno de los promotores dijo entusiasmado: “Es la primera vez que podemos distribuir porros legalmente”.

La labor de distribución tardó unas cinco horas y para ella fueron meticulosamente confeccionados 1.500 cigarrillos de marihuana, de los cuales en la primera media hora se regalaron entre 150 y 200. Por redes sociales circuló un video que mostró las anhelantes colas de consumidores de cannabis en procura de la herbal gratificación por colocarse la vacuna.

Como Estados Unidos se ha convertido en el atractivo destino de quienes están yendo a inmunizarse por las demoras de nuestro plan nacional de vacunación, no sería extraño que algunos compatriotas aficionados a la marihuana recreativa prefieran ir a Nueva York. Atraídos por estas gratuitas distribuciones.

Este hecho sin precedentes jamás pasó por la cabeza del Guacarnaco, que fue en Barranquilla uno de los precursores de la distribución ilegal y el iniciador de decenas de jóvenes en el humeante consumo.

Vale recordar que fue por la marihuana que primero fuimos malmirados los colombianos. Por su comercialización clandestina hubo guerras y muertos. Y mientras hoy es legal en varios países aún en el nuestro sigue prohibida la comercialización.

Los Estados Unidos han ido dejando atrás la demonización de la marihuana que impusieron sus presidentes más conservadores, pero Colombia no ha querido avanzar audazmente hacia la legalización. Solo hemos autorizado la marihuana para fines medicinales.

Con relación a la vacunación en los Estados Unidos, quiero añadir algo. Es evidente que la llegada de Biden aligeró el proceso. Y me cuentan amistades residentes allá que las personas son llamadas a su celular para que se vacunen y les recuerdan la fecha en que deben hacerlo. Esa maravilla no sucede en Colombia. Empezando porque las pruebas de las EPS llegan cuando los afiliados han superado el virus o reposan en el cementerio.

En medio del aparente rápido fracaso de la vacunación privada, una idea que debería considerarse, pensaría, fue la que soltó en su Twitter el empresario Christian Daes en el sentido de que el presidente Duque le solicite al presidente Biden 5 millones de vacunas prestadas con el compromiso de devolvérselas. Todo lo que se haga para acelerar la vacunación será bienvenido.

Vacunarse en Miami es un privilegio solo al alcance de unos pocos colombianos. Y más reducido y selecto es, supongo, el grupo de los que pueden ir a Nueva York para recrearse con un porro después de la vacuna.

@HoracioBrieva