Los últimos meses han sido muy exitosos en términos deportivos para el país. El triunfo de Bernal en el tour de Francia, las victorias de Farah y Cabal en tenis, la medalla de plata de Zambrano en atletismo y los excelentes resultados de Muñoz en el golf profesional de los Estados Unidos, son algunos ejemplos de los inéditos triunfos alcanzados por nuestros deportistas en este año que finaliza.
Un deportista destacado en la alta competencia mundial se convierte en referente para niños y jóvenes que se inician en la práctica deportiva. Hacer deporte desde la temprana infancia, genera beneficios directos por la actividad física que se realiza. También ayuda al desarrollo psicosocial del joven al hacerlo experimentar triunfos y fracasos, valorar el trabajo en equipo y calcular el riesgo de las acciones que se emprenden. De manera reciente se ha agregado a la lista de beneficios la distancia que se toma de los omnipresentes dispositivos móviles.
Hasta aquí todo parece maravilloso, tener deportistas famosos que representan al país hace que más niños y jóvenes hagan deporte, sin embargo, cifras de la encuesta de hábitos deportivos de la población escolar española y de la Unión Nacional del Deporte Juvenil de los Estados Unidos han descrito un fenómeno que llaman “ya no es divertido” y que se resume en que muchos de esos iniciados por imitación, abandonan la actividad deportiva alrededor de los 13 años de edad. Las razones que explican esta no deseada realidad incluyen la concentración excluyente que hace el sistema deportivo nacional en solo aquellos jugadores que son altamente competitivos y la pérdida de motivación individual generada por la irracional presión que algunos padres colocan a sus hijos, intentando que ellos rindan como prodigios en todas las actividades lúdicas o académicas que emprendan.
Alcanzar un nivel élite de desempeño le exige al joven deportista priorizar sus intereses y trabajar en manejar la angustia de competir en ese grupo superior. Si lo anterior no lo hace apoyado en un ambiente familiar y social saludable, los resultados de las competencias se pueden convertir en fuente de estrés y en algunos casos llevar a la aparición de trastornos de ansiedad y depresión. Esa obsesión por el éxito y la especialización que ha infiltrado nuestra cotidianeidad se refleja en el deporte infantil con el abandono de aquellas actividades en las que los niños no logren desde un principio ser los mejores. La opción de seguir jugando solo por diversión se acaba y con ella la posibilidad de desarrollar hábitos saludables de vida.
Encabezados por el nuevo Ministerio del Deporte, los organismos rectores de la diferentes disciplinas deben garantizar que su misión de promocionar el bienestar y la calidad de vida a través de la realización de actividades deportivas se cumpla, así ello implique el tener que transformar su cultura organizacional, que en algunos casos continua priorizando el logro y los éxitos deportivos por encima de la felicidad y la salud emocional y física de los deportistas. Un ejemplo de como hacerlo bien lo esta dando la Federación Colombiana de Golf con su nueva División Junior.
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