Polarización
Adolfo Suárez fue un político español que tuvo la responsabilidad de conducir a su país durante el período llamado “La transición”.
De mi padre aprendí que una buena forma de mitigar estas sensaciones incómodas que suele generarnos el convulso presente, es invertir tiempo en la lectura de biografías de personajes históricos que hayan vivido situaciones parecidas a las que nos mortifican como colectivo. Para temas relacionados con conflictos, la enseñanza incluía la recomendación de ratificar en ellas la certeza de que, independientemente de quién se imponga, la vida inevitablemente seguirá su curso y solo en acuerdos racionales que privilegien la civilidad, se encontrarán soluciones definitivas a las diferencias.
Durante los largos días del aislamiento obligatorio me ocupé de buscar personajes en la historia universal que hubiesen asumido la responsabilidad de conducir países en momentos en los cuales se necesitaba superar una polarización extrema.
A pesar de que la historia está plagada de ejemplos, por la limitante de espacio solo podré referirme a dos de ellos. La escogencia la hice basado solo en la posibilidad que he tenido de ver materializadas sus propuestas, advirtiendo que lejos estoy de pretender realizar un juicio de valor a sus resultados.
Adolfo Suárez fue un político español que tuvo la responsabilidad de conducir a su país durante el período llamado “La transición”. El asumió el reto de desmontar las estructuras de una férrea y aislacionista dictadura construyendo de manera paralela un nuevo régimen democrático. Su gran habilidad estuvo en conciliar las maltratadas corrientes de izquierda con la reticente tolerancia del ejército. En un discurso televisado, dos días antes de las primeras elecciones democráticas tras el gobierno de Franco, el candidato Suárez pronunció la frase que quedó asociada a su presidencia: “puedo prometer y prometo”. Este compromiso adquirido en primera persona, con toda la seriedad y concreción de su brevedad sirvió para enviar varios mensajes directos al pueblo español, uno de ellos el de prometer trabajar juntos con “honestidad y limpieza”, de tal forma que todos los ciudadanos pudiesen controlar las acciones del gobierno.
Václav Havel, escritor y estadista checo fue elegido presidente después de la Revolución de Terciopelo que sacó del poder al régimen comunista checoslovaco. Sus textos literarios son abstractos pero sus mensajes políticos muy concretos. En su primera alocución presidencial dijo: “Nuestros mayores enemigos son nuestros defectos: el desinterés por el bien común, la vanidad, la ambición personal, el egoísmo y el afán competitivo. La batalla que debemos librar ahora será en estos terrenos”.
Dos políticos con visiones opuestas que, a pesar de sus antecesores extremistas, recurrieron a mensajes incluyentes para superar la dañina polarización. En Colombia aún estamos a tiempo de ahorrarnos los sufrimientos que los países de los personajes que ejemplarizo vivieron bajo regímenes totalitaristas. Para ello necesitamos urgentemente encontrar nuevos líderes que nos ayuden a construir entre todos el país que queremos para nuestra descendencia, pues si los actuales persisten obstinadamente en imponer su bando, terminarán aislándonos en un oscuro extremo.
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