El 5 de mayo, luego de que pasaran un poco más de tres años de haber declarado la enfermedad por coronavirus una emergencia sanitaria global, la Organización Mundial de la Salud (OMS) puso fin al estado de alerta.

Superada la crisis, los esfuerzos científicos mundiales se concentran en capitalizar como aprendizaje lo vivido. En el país, debemos superar los debates estériles basados en opiniones, y concentrarnos en identificar y atender, con madurez y responsabilidad, las oportunidades que nos permitan enfrentar una nueva emergencia infecciosa global mejor preparados de lo que nos encontró esta, que ya empieza a ser historia.

En consonancia con lo anterior, el equipo científico de la Universidad del Norte identificó dos pilares fundamentales que se deben desarrollar en la región para alcanzar un mejor nivel de seguridad ante alertas epidemiológicas como la que decretó la OMS en febrero de 2020.

El primero de ellos es el de la medicina traslacional, que, en términos sencillos, busca que la investigación y los avances alcanzados en los laboratorios sean rápidamente trasladados a la atención de los pacientes. Los tiempos bajo este enfoque se acortan porque se favorece la colaboración estrecha entre los científicos del área básica, los investigadores clínicos y los profesionales de las diferentes áreas de la salud.

El desarrollo, en tiempos récords, de varios tipos de vacunas y de algunos tratamientos antivirales para el SARS-CoV-2, son ejemplos de lo que se puede lograr con la medicina traslacional. La aplicación, bajo este enfoque, de tecnologías avanzadas como la bioinformática, la genómica y la proteómica, entre otras, ayudan a desarrollar tratamientos más efectivos y seguros.

El segundo pilar es el de la epidemiología molecular. Esta disciplina permite comprender la interacción que ocurre a nivel molecular entre los agentes infecciosos y sus huéspedes. Con ella también se puede conocer la dinámica de propagación de las infecciones, incluida la diversificación y el origen de las diferentes cepas o variantes. En la pandemia uno de sus usos se masificó en la vigilancia de las mutaciones del coronavirus.

Como un hecho concreto en la construcción de los pilares citados, ayer en Uninorte se puso en funcionamiento el nuevo Centro de Investigaciones en Medicina Traslacional y Epidemiología Molecular, IntemLab. En un área de más de 800 metros cuadrados, usando tecnología de punta y bajo el concepto de unidades de servicios, se pusieron a disposición del Caribe Colombiano capacidades que nos permitirán investigar y vigilar las amenazas patógenas que surjan en el futuro.

PD: El proyecto, bajo el liderazgo del Dr. Homero San Juan, fue cofinanciado con recursos concursables del fondo de regalías y con donaciones de la Fundación Santo Domingo.

@hmbaquero