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Opinión

Psicosocioeducación

Somos un país de ignorantes de las cosas fundamentales de la vida, no tenemos una formación para el pensamiento crítico, por lo que somos fácilmente manipulables con cualquier discurso y, lo que es peor, no somos conscientes de nuestra enfermedad social, de ahí la soberbia de nuestra ignorancia.

Así como hay que meterle filosofía a los conflictos para poder resolverlos, de la misma manera hay que educar a una población para poder transformarla. La falta de tal educación es lo que no permite que se desarrollen los proyectos que se pretenden implementar en cualquier sociedad, no es posible el desarrollo satisfactorio de una comunidad sin un conocimiento de parte de todos sus miembros del sentido del cambio, para dónde va esa sociedad.

Lo que me ha enseñado la medicina es que la mejor forma para que una persona colabore con su tratamiento es a través de la educación adecuada de lo que le sucede, desde el diagnóstico hasta cada indicación para su tratamiento, incluidos los efectos favorables o desagradables de los medicamentos. Sólo así se garantiza que se responsabilice de su tratamiento.

Extrapolo este conocimiento a lo social y no queda duda en que necesitamos un diagnóstico actual de nuestra situación ciudadana para poder aspirar a un cambio real como sociedad en la que cada quien ocupe el lugar que le corresponde, lo desarrolle y contribuya a nuestra sanación como país, en especial de una población en la que todos creemos saber de todo, desde técnicos de fútbol hasta políticos, pasando por todas las especialidades de la vida.

Antes sacaba pecho por la forma en que fui educado y formado como estudiante colombiano, hasta me sentí sobrado ante bachilleres de diversos países. Hoy, me sirve el tapabocas para ocultar la vergüenza que siento ante el proceso educativo nacional de primaria a la universidad. De igual forma ocurre en el resto de la población, desde el desconocimiento de sus derechos y deberes hasta la total ignorancia de las decisiones políticas de sus dirigentes.

Somos un país de ignorantes de las cosas fundamentales de la vida, no tenemos una formación para el pensamiento crítico, por lo que somos fácilmente manipulables con cualquier discurso y, lo que es peor, no somos conscientes de nuestra enfermedad social, de ahí la soberbia de nuestra ignorancia.

Así como es pertinente en la medicina un proceso de psicoeducación para enseñarle al paciente sobre su trastorno con el fin de cambiar de su estado de enfermedad a uno de salud, igualmente debería crearse una especie de socioeducación para explicarnos a los colombianos nuestro diagnóstico individual y social que nos permita proyectar un mejor ser y estar en este país tan rico en el que todos cabemos y podemos vivir bien.

Esa socioeducación estaría basada en el concepto de la Recursión, una función que se utiliza para resolver grandes problemas que contienen subproblemas más pequeños, permite retomar lo que se ha dicho para repensarlo y reelaborarlo a partir de la capacidad de introducir en la conciencia de las personas tanto la experiencia del pasado como la utopía de un futuro distinto.

Necesitamos con urgencia un proceso psicosocioeducativo que nos permita arrancarnos esa costra ignorante que arropa nuestra conciencia ciudadana que no nos deja sanar en lo individual, social, económico, político, sanitario, pensional.

haroldomartinez@hotmail.com

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