Corría el año 1969 en Medellín, Pacho Mendoza y yo escuchábamos Radio 15, el famoso programa radial de Alfonso Lizarazo, pionero del rock y sus variantes en el país. En un momento mágico para nosotros, que queríamos ser compositores, el conductor del programa presentó a Joan Manuel Serrat con un tema que nos quedó tallado en el cerebro, “Tu nombre me sabe a yerba”. Tremendo impacto que nos produjo la lírica y la música. Desde entonces, le seguimos la pista.

Serrat está íntimamente ligado a mi vida con episodios llenos del mismo entusiasmo por la vida que él predica y actúa, que yo intento predicar y actuar. Mi primer hijo se llama Juan Manuel, como homenaje a esa poesía al alcance de la mano, que te sorprende en cada verso y te provoca una sonrisa cómplice, o te arranca una lágrima solidaria; y, también, a esa ecuación musical con una combinación exquisita de elementos rítmicos y melódicos justos para la lírica.

Haciendo camino al andar, dos momentos igual de mágicos. Uno al final de los 80 en el Teatro de Bellas Artes de México, DF, un concierto en vivo, el sueño de todo aficionado, y con mis íntimas razones. El otro, mucho tiempo después en un Festival de Cine de Cartagena, al que asistió como jurado; después de la ceremonia y cuando se despejó un poco la nube de personas a su alrededor, pude estrechar su diestra y sentir la historia de sus canciones en esa mano que le sigue cantando a la vida en las cuerdas de su guitarra. Para tranquilidad mía y de Pacho, porque ya no necesitamos ser compositores, que componga El Nano.

Quizás porque mi niñez sigue jugando en la literatura, sigo atento a su composición porque es enriquecedora, su verbo sigue siendo libertario, comprometido, seductor, respetuoso del español bien conjugado, que es de una esplendidez total cuando se combina de manera inteligente. Serrat también es ético, confiable por la transparencia de sus versos, es íntimo, social y universal, sin ser panfletario o predicador.

De vez en cuando, la vida te sigue mostrando la magia de la música y la palabra a través de tus hijos. El mío fue impactado por la poesía cantada del catalán a manera de “Efecto Mozart” y, a través de su vida, ha pasado por varios encuentros con ese universo musical, a niveles de una gran emocionalidad por toda la historia implicada. Son aquellas pequeñas cosas que hacen de la vida algo digno de ser vivido.

Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así, aprovecharlo o que pase de largo depende en parte de ti. Dale el día libre a la experiencia para comenzar y recíbelo como si fuera fiesta de guardar. Es lo que recomienda el cantautor para un final de año tan viral, tan letal; es fiesta de guardar, de abstenerse, de poner la vida, lo único que realmente tenemos, por encima de cualquier placer efímero, etéreo, perecedero. La Parca anda suelta y con la guadaña presta.

Hoy puede ser un gran día, duro con él.

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