
Es la cultura, viejo
Es muy difícil “hacer cultura” de manera proactiva en un país al que se le está quemando la casa y no hay bombero que lo apague.
En mi afán de darme una explicación a mí mismo para entender nuestro comportamiento colectivo, algo que está más cerca de la sociología que de la psiquiatría, porque no es el síndrome psiquiátrico tan particular conocido como folie á deux (“locura de dos”) o trastorno psicótico compartido –una creencia delirante es transmitida de un individuo a otro–, me fui por el lado de la cultura y volví a leer “La evolución de la cultura” de Luigi Luca Cavalli Sforza, en busca de un fragmento que, recordaba, me había servido para entender por qué no podemos cambiar como sociedad y repetimos las mismas conductas.
“Cultura es la acumulación global de conocimientos y de innovaciones derivados de la suma de las contribuciones individuales transmitidas de generación en generación y difundidas en nuestro grupo social, que influye y cambia continuamente nuestra vida. Es posible gracias a la capacidad de comunicación entre los individuos”.
Uno de los determinantes de la evolución de la cultura es la innovación, es decir, nuevas invenciones que nos llevarán al aprendizaje de nuevas conductas lo que, a su vez, nos llevará a hacer nuevas elecciones, tomar nuevas decisiones. La evolución cultural se manifiesta en la aceptación o no de esas innovaciones por la sociedad, y qué innovaciones son aceptadas.
Me pregunto por alguna innovación importante en este país que haya influido en nuestra cultura, al menos de la que yo tenga conciencia en mis 70 años de vida, y no veo nada distinto a la repetición de lo mismo en todos los componentes de la supraestructura: familia, educación, religión, política, economía, ciencia, salud mental. Con un agravante, una peligrosa tendencia al deterioro ético y moral en todos ellos, que tiene al país en un desorden administrativo y una carencia de gobernabilidad que son anteriores al C-19, aunque desenmascarados por este.
Es muy difícil “hacer cultura” de manera proactiva en un país al que se le está quemando la casa y no hay bombero que lo apague porque cada quien está en lo suyo tratando de sobrevivir en medio de un estilo de gobierno que favorece, de manera inocultable, a una élite.
Todos sabíamos que la estampida se iba a presentar, incluyendo a los que en ella participaron, todos llevaron sus celulares para tomarse la selfie con la multitud apretujada a sus espaldas y enviarla con un subtítulo, Crónica de un contagio anunciado. Es la profecía autocumplida, el esfuerzo que se hizo para que las cosas sucedieran tan mal como habíamos imaginado.
¿Cuál pudiera ser la idea innovadora, la invención cultural, que saque de nuestra cabeza la basura que tenemos acumulada en tantos años de ser adoctrinados en este discurso que nos obliga a pensar que estamos condenados a este estilo de vida y repetirnos?
Está sepultada debajo de tanto odio, extremismo, polarización, corrupción, violencia. Primero hay que sanar todo ese dolor.
haroldomartinez@hotmail.com
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