Puedo decir con absoluta certeza que no hay colegio en esta ciudad en el que no se presente el famoso bullying entre alumnos que son unos matones y víctimas que no saben cómo reaccionar. Cada día aumenta la consulta de niños y niñas que están siendo atacados de muchas maneras y a quienes les toca afrontar, además, el hecho de no ser protegidos adecuadamente por parte de los profesores y las mismas directivas. La estadística muestra que la mayoría de estos chicos y chicas maltratados por los bullies terminan siendo sacados de la institución escolar como única medida que encuentran los padres para proteger a sus hijos e hijas; o, lo que es lo mismo, en el colegio quedan los matones y matonas en busca de una nueva víctima.

En un seguimiento retrospectivo de los casos de muchos menores que he atendido se encuentra una constante: todos tienen algún tipo de diagnóstico o, a su vez, son víctimas en los pequeños campos de concentración que padecen en sus propios hogares. Esto ha sido posible de descubrir porque cuando son citados los padres de los victimarios hay un común denominador que sale a relucir cuando se enfrentan los padres de las víctimas con los victimarios.

Desde el punto de vista del tratamiento psicoterapéutico esto es muy importante porque le permite al victimizado comprender que quien le ha hecho daño es alguien que tiene problemas y tiene necesidad de desquitarse con alguien de su propio padecimiento. Lo digo porque hay dos formas de enfrentar el trastorno de estrés postraumático que queda en la víctima: o lo deja como un padecimiento para toda la vida, o lo toma como un acicate para pasar por encima de eso al aceptar que es el otro quien está mal y no es tan poderoso o amenazante cuando se descubren sus debilidades.

Un alto porcentaje de casos de matoneo se relaciona con intentos de suicidio porque muchas de estas víctimas se encuentran desprotegidas en un sitio en el que son maltratados de lunes a viernes y no encuentran la mejor respuesta en los profesores, quienes les dicen que dejen de ser cobardes y aprendan a defenderse de los que lo encerraron en el baño y le pusieron sendos lapiceros al cuello para que entregara la tarea que ellos no hicieron; o, peor aún, si se defienden son ellos los acusados porque se juzga más la reacción que la acción.

El matoneo lleva a la víctima a enfrentar la respuesta biológica ante la amenaza: lucha, huida o sumisión. Esta última opción es la que los acerca a la posibilidad de quitarse la vida para parar el sufrimiento.

¿Será posible incluir en el pensum escolar una materia acerca de este fenómeno y cómo enfrentarlo?

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