Uno de los clásicos mas importantes en la historia del cine y la literatura hace parte de la programación de Cine-Encuentros en la Cinemateca del Caribe, y se trata del Hamlet de Laurence Olivier (1948), que se discute el 2 de agosto.

El filme británico, en el cual Olivier hace de productor, director y actor principal, constituye una excelente adaptación de la obra de teatro, al punto que muchos críticos afirmaron en su momento que el resultado final era mejor que la obra misma.

El admirable uso del blanco y negro por parte de Desmond Diockinson, director de fotografía, le da un ambiente expresionista, que, sumado a la escenografía y el destacado reparto, logran transmitir la tragedia que vive el príncipe Hamlet desde el momento en que descubre la verdad.

Se trata de una escena bastante siniestra, cuando el príncipe Hamlet se encuentra con el espíritu de su padre, quien, con voz fantasmagórica relata que no fue mordido por una serpiente como lo han hecho creer, sino que fue envenenado con una pócima derramada dentro de su oído por Claudio (Basil Sydney), su hermano.

Tal descubrimiento le afecta tanto, que de ahí en adelante el interés de Hamlet se concentra en la venganza para vindicar la muerte de su padre. Su amor por la joven y bella Ofelia (Jean Simmons) pasa a segundo plano, y el afecto por su madre Gertrude (Eileen Herlie) se ve cuestionado ante de la flaqueza, debilidad e infidelidad de ésta, que un mes después de la muerte de su esposo se casa con Claudio, otorgándole así el reino de Dinamarca.

Como en todas las tragedias de Shakespeare, la muerte juega papel primordial ante esa duda existencial que genera el deseo de venganza. Pero el relato, contado en forma de poesía, toca además otros temas fundamentales como el amor, la fidelidad, la hipocresía, la locura y la razón.

“El sueño de la razón produce monstruos” es la frase famosa de Goya en su serie de grabados Los Caprichos, realizados siglos después, que bien puede relacionarse con la locura de Hamlet cuando recita el conocido monólogo “Ser o no Ser”. Y es que su locura, fingida o no, no es mas que la profunda controversia sobre la dualidad del ser humano.

Otra forma toma la locura de Ofelia, con su imposibilidad de lograr el amor absoluto, así como la venganza de Laertes por la muerte de ésta, su hermana, y de su padre, confabulaciones paralelas que permiten ampliar el conflicto, cuestionando de fondo los mecanismos de poder y la corrupción.

Por eso, aunque no se sabe exactamente el momento en que fue escrita la obra, se puede afirmar que su contenido es atemporal, y los argumentos que trata y la manera como se manejan son universales.

La música, compuesta especialmente para la película por Dr William Walton, contribuye a la evolución del drama que se va tejiendo con lucidez alrededor de cada personaje.

Otros clásicos del ciclo en el mes de agosto incluyen De Repente el Último Verano, de Joseph L. Mankiewicz (1959) y The Killers, de Robert Slodmak (1946)