El Hombre que Vendió su Piel es un drama con trasfondo de sátira dirigido por la cineasta tunecina Kaouther Ben Hania. Es la primera película de este país en clasificar como finalista para los Premios de Academia en la categoría Mejor Película Internacional, y contempla un original libreto que mezcla la crítica al arte conceptual con el tema de los refugiados.

La historia se centra en Sam Ali (Yaya Mahayni), un muchacho sirio que se ve confrontado con el absurdo sistema político de su país por un espontáneo gesto público en un tren. Es allí donde se le ocurre manifestar el revolucionario acto de amar libremente a Abeer (Dea Liane), una joven de clase mas alta, para la cual las expectativas son otras.

La confusión y el malentendido que las palabras de Seam desatan, y que son filmadas por uno de los allí presente, lo llevan a prisión, y su única salida es el exilio, lo cual termina separándolo aun mas de su amada.

Estando en Beirut, se obsesiona con encontrar una manera de salir hacia Bélgica, donde ahora se encuentra Abeer, obligada a contraer nupcias con un diplomático, un escape seguro ante la deteriorada situación de Siria.

En su nueva condición, Sam se las ha ingeniado para acceder a comodidades negadas a seres como él. Una manera es asistir a cocteles de inauguración en galerías donde accede a comida y trago gratis. Es así como conoce al controversial artista Jeffrey Godefroi quien le propone tatuar una obra de arte en su espalda, para ser expuesto alrededor del mundo.

Esto desata una serie de escenarios, tan dramáticos como irónicos, que nos llevan a cuestionar el arte desde distintos puntos de vista. ¿Cuáles son o deben ser sus límites? ¿En dónde y cómo se cruza con temas como el refugio político, el tráfico humano o la inmigración?

Imposible no comparar las premisas de orden social y cultural que aquí se plantean con la muy superior y excelente película sueca ‘The Square’, dirigida por Ruben Östlund, Palma de Oro en Cannes en 2017, o con el cuento titulado “Skin” de Roald Dhal, publicado en el New Yorker en 1952, donde la crítica social y cultural se manejan con mas acierto y profundidad.

El Hombre que Vendió su Piel está inspirada en un caso real que la directora conoció cuando visitaba el museo del Louvre en París en 2012. Allí se presentaba el artista belga Wim Delvoye, una de cuyas obras, ‘Tim’, incluía un tatuaje en la espalda de Tim Steiner. La obra, al igual que lo muestra la película, fue vendida a un coleccionista alemán, y el sujeto, que recibió un porcentaje de las ganancias, debía sentarse con su torso descubierto por cierto numero de horas al año, de acuerdo con el contrato.

A pesar de lo superficial que puedan resultar ciertas escenas, la original cinta logra acaparar al espectador, y es comprensible que Hollywood la haya seleccionado por encima de otras postulaciones como La llorona de Guatemala o Ya no estoy aquí de México.

El filme estrenó en la 77ª Muestra Internacional de Cine de Venecia y se presenta por varias plataformas digitales.