Durante mi época universitaria, unos cuantos años atrás, mi madre solía enfatizar la importancia de ser profesional —algo que ella nunca pudo lograr— en este mundo cambiante que se orientaba hacia sistemas mas igualitarios, y consideraba Estados Unidos el país más socialista.
Para mí, siendo estudiante y en plena época de manifestaciones contra la Guerra de Vietnam, dicha afirmación resultaba una aberración, y podría serlo ahora si continuásemos mirando el mundo en blanco y negro, ignorando sucesos históricos.
Pero ver el documental American Factory de Netflix, dirigido por Steven Bognar y Julia Reichert, y producido por Higher Ground, de Barack y Michelle Obama, demuestra qué lejos estaban los sistemas que pregonaban tales principios de igualdad y justicia hacia los mas desfavorecidos.
American Factory relata los acontecimientos ulteriores al cierre de la fábrica General Motors en Ohio durante la crisis económica en 2008, que dejó gran cantidad de familias sin fuente de sustento. Poco después, en 2014, un billonario chino, Cao Dewang (llamado Chairman Cao), decide comprar y reabrir la planta para crear una subsidiaria de Fuyao, su empresa de vidrios para automóviles en China.
Para ello emplea dos mil trabajadores americanos y trae 200 de China que harían el entrenamiento. Todo parece muy satisfactorio para las partes, hasta que empiezan a aflorar las diferencias culturales. Mientras los chinos están acostumbrados a trabajar jornadas de mas de 12 horas y tienen un día de vacación al mes, los americanos contemplan jornadas de 8 horas con un día libre a la semana.
Por otra parte, los salarios y beneficios son escasos, comparado con lo que los americanos recibían cuando trabajaban para General Motors, hecho que da lugar a quejas, protestas y manifestaciones por la formación de un sindicato, hecho inconcebible para los chinos, quienes no pueden entender esa libertad de expresión de los americanos, que puede llegar hasta “quejarse libremente contra el presidente”.
Lo fascinante del documental, continuación del corto anterior de los mismos directores The last truck: Closing of a GM Plant, nominado al Oscar en 2009, es que va registrando a pasos lo concerniente a cada conflicto que aparece, terminando con los efectos de la globalización y la automatización, sin tomar partido.
Las conclusiones quedan en manos del espectador, quien se preguntará, por ejemplo, quién es el que está defendiendo a los obreros, o quién está siguiendo los principios enunciados por líderes como Mao, cuyas fotos cuelgan del piso al techo en la fábrica en China. Cuestionable también es la función de la mujer en esa sociedad que se dice igualitaria, pero que el hombre jura proteger en la ceremonia matrimonial, o el lugar de la familia cuando el trabajo se impone como prioridad, a través de rituales y cantos.
La frase de mi madre empieza entonces a cobrar sentido, poniendo en otra perspectiva conceptos como capitalismo, el “temido” socialismo, las facetas de la dictadura y el abuso de derechos humanos.








