Lucky, haciendo alusión a su nombre, es un golpe de suerte en todo el sentido de la palabra, y ha sido una de las mejores sorpresas del año. Todas las intenciones que se propone, que parecen ser logradas sin mayor esfuerzo, responden en realidad a un libreto inteligente a cargo de Logan Sparks y Drago Sumonja, que permite que la historia fluya.

John Carroll Lynch, el director, presenta a Harry Dean Stanton, el legendario actor de Paris, Texas (1984), en el rol de Lucky, ubicándolo en los mismos paisajes desérticos y desolados de ese entonces. Su actuación como veterano de la segunda guerra mundial, parece estarse tejiendo y madurando con el paso del tiempo para conformar, a los 89 años, la que se considera su mejor representación.

El filme comienza mostrando la rutina diaria de Lucky, quien vive hace muchos años solo en un pequeño apartamento. Después de un sorprendente ritual de ejercicios que pocos a su edad pueden hacer, se fuma el primer cigarrillo del día, y sale a caminar por el desolado paisaje. Los encuentros con la gente no son los mas placenteros, y todo parece irritarle.

Se detiene en una cafetería donde habla con el cocinero, Joe (Barry Shabaka Henley), y con la mesera, Loretta (Yvonne Huff), quien se muestra honestamente preocupada por su estado de salud. También frecuenta un bar donde habla con la dueña Elaine (Beth Grant) y su esposo Paulie (James Darren), y otros asistentes entre los cuales se debaten temas relacionados con la religión, la moral, la guerra y la filosofía de vida.

La participación de David Lynch en el papel de Howard, cliente regular del bar, recuerda la colaboración de ambos en la serie Twin Peaks. Howard sueña con reencontrarse con su tortuga mascota, Theodore Roosvelt, que aparece al comienzo de la película como metáfora de su andar lento. Este es el toque surrealista, típico de las escenas de este actor y director que, aunque comparten el mismo apellido, no están relacionados. Pero si los lazos no se dan por consanguinidad, se dan por esa sensibilidad para crear esos fascinantes escenarios que capturan nuestra atención.

Sin inhibición alguna, Lucky suelta insultos y va diciendo lo que piensa. A estas alturas no hay necesidad de tolerar nada, y mucho menos fingir. Pero en el fondo lo que se percibe es el inminente miedo a la muerte, a la soledad o tal vez a la combinación de ambas. ¿Qué puede ser peor que vivir solo? Tal vez morir solo.

Los personajes con quien se tropieza Lucky en este camino final de su vida están representados por muchos de los actores que trabajaron con Dean Stanton en sus películas anteriores. El hecho de que éste muera pocas semanas antes de que la cinta salga comercialmente, representa una curiosa coincidencia con la vida real.

Lucky empieza con un tono de comedia irónica, para irse transformando en una verdadera y profunda reflexión sobre la vida y la muerte. Al final solo quedan las ganas de volver a verla para absorber a fondo ese contenido, en apariencia simple, pero supremamente denso y profundo.