Para comprender la situación actual y vislumbrar posibles escenarios en un futuro cercano, es esencial abordar a fondo la realidad de los jóvenes que se encuentran en la categoría conocida como "Ninis", es decir, aquellos que ni estudian ni trabajan. Este segmento de la sociedad se caracteriza por estar fuera del mercado laboral y no estar involucrados en una formación académica actual.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha destacado esta problemática en sus informes, situando a Colombia como el segundo país, después de Turquía, con la mayor proporción de jóvenes en la categoría de Ninis. Esta realidad subraya la importancia de abordar este desafío social de manera efectiva y tomar medidas que permitan la inclusión y el desarrollo de este grupo de jóvenes en la sociedad y el mercado laboral.
Esta realidad ha demostrado afectar directamente la población comprendida entre la edad aproximada de catorce (14) y veintiocho (28) años. La ausencia de una ruta amplia de inserción social, facilita que haya temas de deserción escolar, embarazos juveniles, deterioro de la salud mental e inserción temprana en la economía informal.
Un dato alarmante es que Valledupar se ubicó como la ciudad con mayor proporción de Ninis en el país, con una tasa de 39%, en contraste con el reporte regional que ubicó al Cesar en el sexto puesto. Esto se debe al acelerado aumento del desempleo durante los últimos años y al incremento de la desigualdad.
El desafío para la comunidad cesarense sería asumir, con sentido de pertenencia, nuevos retos que configuren alternativas con el propósito de brindarle a estos jóvenes con potencial, un escenario con oportunidades para incentivar las nuevas generaciones a encontrar tanto en el sector laboral como en el académico, un sentido de utilidad social y por consecuencia, un motivo de superación, satisfacción y realización personal imprescindible.
Sin lugar a duda, este es un problema de gran complejidad que explica gran parte de nuestros fracasos como sociedad. No estamos proporcionando oportunidades equitativas en educación y empleo a nuestros jóvenes, lo que equivale a detener su desarrollo natural y, por extensión, el de toda la comunidad.
Aquellos jóvenes que terminan siendo clasificados así, en su mayoría no lo hacen por elección propia. Se vuelven más vulnerables socialmente y, en el futuro, se ven condenados a trabajos precarios, informales y mal remunerados, sin acceso a seguridad social. Esto contrasta significativamente con aquellos jóvenes que continúan su educación o capacitación en instituciones educativas. La diferencia en términos de oportunidades laborales y calidad de vida es evidente.
Otros indicadores
Colombia también se ubica en una posición desfavorable en cuanto a la proporción de adultos de 25 a 64 años que no han completado la educación secundaria, con un 37.9%. Además, nuestro país presenta una tasa de graduación de bachillerato del 58% entre los jóvenes de 15 a 19 años, en comparación con el promedio del 84% de los países de la OCDE.
Esta brecha entre la escolarización temprana y la finalización de la educación secundaria, plantea preguntas importantes sobre por qué tantos jóvenes abandonan el sistema educativo en algún punto de su trayectoria. Identificar a la población en riesgo social y educativo, es crucial para ayudarlos a mantenerse en el camino hacia una formación de calidad y un futuro más prometedor.
La educación de alta calidad en los países con un buen desempeño académico de la OCDE se atribuye en parte a la inversión en el sistema educativo. Mientras que Colombia invierte menos de $5.000 por estudiante al año, Luxemburgo destina casi $25.000, cinco veces más. Por supuesto, estos montos varían según los ingresos y el PIB de cada país. Además, los salarios de los docentes son determinantes en la calidad de la educación.
Debemos hacer que la formación técnica y tecnológica sea más atractiva en comparación con la educación universitaria. El Ministerio de Educación y otros actores del sistema deben involucrarse en debates sobre la actualización de las normativas del sector. No podemos quedarnos sin recursos viables para mejorar las oportunidades educativas y laborales de nuestros niños y jóvenes.
El llamado para la comunidad es asumir nuevos retos con el objetivo de ofrecer oportunidades a estos jóvenes con potencial, fomentando un entorno que incentive a las nuevas generaciones a encontrar sentido tanto en el ámbito laboral como académico. Esto no solo es importante para su desarrollo personal, sino también para el bienestar y la prosperidad de la sociedad en su conjunto.
*Rectora de la Fundación Universitaria del Área Andina sede Valledupar