Según Wikipedia “un paraíso fiscal, refugio fiscal o guarida fiscal es un territorio o Estado que se caracteriza por aplicar un régimen tributario especialmente favorable a los ciudadanos y empresas no residentes que se domicilien a efectos legales en el mismo. Los paraísos fiscales son uno de los instrumentos más utilizados por las personas y empresas que practican la elusión y la evasión fiscal”.
Ahora bien, tener dinero en un paraíso fiscal no constituye delito alguno, siempre y cuando no se trate de un refugio para evadir los impuestos que deben pagar aquí. Generalmente estos bancos lo utilizan los personajes que tienen mucho dinero, como empresarios y artistas, para proteger su fortuna ante un cambio inesperado de la política interna que ponga en peligro su patrimonio. Pero también, allí van a parar los dineros sucios productos del narcotráfico, lavado de activos, tráfico de armas y la corrupción que genera la contratación pública (especialmente los contratos de concesión y obra pública).
¿Cómo se entiende entonces que un Ministro o un alto funcionario del gobierno tenga una cuenta bancaria en un paraíso fiscal? ¿Es transparente esa conducta como servidor público? Aclaremos que el Presidente de la República tiene un salario mensual de 32 millones de pesos, mucho menos que lo que devenga un médico especialista o un abogado de prestigio. Un Ministro, devenga casi 20 millones de pesos. Por muy tacaño que sea este último funcionario, que almuerce un “corrientazo” frente a su oficina, seguramente que no alcanza a ahorrar 5 millones de pesos mensuales. Y este pequeño ahorro lo puede depositar en un banco colombiano, sin ningún problema.
Ahora bien, si se trata de una Ministra, seguramente que no le queda un peso para ahorrar, pues debe vestir con la última moda (semanalmente) de Francesca Miranda, Hernán Zajar o Silvia Tcherassi, pues ella no es la canciller alemana Angela Merkel, que se pone lo que sea. Estas señoras no compran en San Victorino (Bogotá), ni en el Hueco (Medellín), ni en Calles de Oro (Cali), ni mucho menos en el Shopping Center (Barranquilla). Los Ministros usan zapatos Salvatore Ferragamo.
Así que es muy sospechoso que estos servidores públicos tengan dinero para ahorrar en una cuenta en esos paraísos fiscales, actitud suficientemente perversa para no pertenecer a la nómina oficial. Ahora bien, si se trata de cuentas bancarias del pasado, este pasado cuenta como antecedente para posesionarse en un alto cargo que exige confianza y transparencia moral.
En un país como este, torcido por todos lados, donde un Ministro o alto funcionario del gobierno maneja una contratación pública de grandes cifras, los contratistas, inmensamente agradecidos y enriquecidos, pueden responder con un gesto en dólares consignados en esos refugios fiscales, con secreto bancario y protección de datos personales.
¡No nos crean bobos! Estos favores no se pagan con chocolatinas JET o whisky “perro con perro”.
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