Es una expresión costeña que se ha extendido por todo el país y que hace referencia a un hecho increíble o sorprendente. Según el portal español confilegal.com, la frase original en latín era mandat opus, que significa, la necesidad obliga. Dicha frase tomó fuerza cuando la semana pasada el empresario barranquillero Christian Daes, de Tecnoglass, se refirió al ridículo aumento del salario mínimo para los trabajadores colombianos.
Daes es de los pocos empresarios que, como Mario Hernández y Arturo Calle (Colombia), y Jeff Bezos (EE. UU) tratan bien a sus empleados porque son empresarios misioneros, no mercenarios. Estos últimos buscan ganar mucho dinero en poco tiempo. No tienen corazón, pero si un estómago bien grande donde acumulan toda la grasa y el capital que piensan llevarse cuando se mueran, creyendo que el sepelio va con trasteo.
El salario mínimo legal fue incrementado en un 3.5% para el 2021, que cubre el 64% de los empleos en Colombia, pasando de $878.000 a $908.526, es decir, un incremento real de $30.723 cada mes, mientras que a los Congresistas se les subió el 5.12%, para un nuevo sueldo de $34 millones de pesos, aplicándoles una fórmula deliciosamente diseñada para no tocarles un pelo que les perturbe el sueño de niño pechichón, en un país que todavía vive los estragos de la pandemia del Covid-19, con más de 43.000 muertos y un desempleo que supera el 21%.
El incremento del salario a los 280 parlamentarios es de carácter retroactivo a enero 1 de 2020 y tiene su fundamento jurídico en lo establecido en el artículo 187 de la Constitución Política, la Ley 4 de 1992 y la Ley 644 de 2001, sobre la base de una certificación que expide la Contraloría General de la República, sobre un factor de promedio ponderado que es una fórmula maléficamente desigual frente al factor de cálculo para los descamisados. En efecto, el Decreto 1779 de diciembre 24 reajustando la asignación mensual a los congresistas no puede revocarse con otro decreto, sino mediante una reforma a la Constitución Política. La única salida es que los mismos congresistas rechacen por escrito dicho aumento, cosa muy difícil de creer.
Ahora bien, si en este país existirá justicia social, en un plano de igualdad, lo justo era dar el mismo aumento del 5.12% a los trabajadores, que representaría un incremento de tan sólo $44.954 mensuales.
Creo que este acto de torpeza del gobierno nacional y del legislativo se convertirá en un boomerang pues la reacción del pueblo en el 2022 será una bofetada con la mano cerrada como cuenta de cobro contundente, precisando que si el peligro actualmente es el temor a que llegue un gobierno de izquierda, con este mal ejemplo le están abriendo sus puertas para que entre con más facilidad. Sus dirigentes están bailando desde el 24 del mes pasado, brincan y aúllan de alegría, ante tanta papaya.
Y, como dice los del circo Hermanos Gasca: y después no digas que no te avisaaamooos.
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