Desde antes de nacer estamos condenadas a estereotipos de género, nos condicionan a pensarnos y que nos perciban débiles, dependientes, perfectas y poco reales, y como generadora de conductas que son sospechosas replicar “Deje de llorar como una nena” y un sinnúmero de prejuicios que alejan a las mujeres de realidades libertarias, eróticas y del amor propio.
Esta columna la hago inspirada en historias que por estos días de estadía en el caribe colombiano he escuchado, historias de mujeres que apegadas a su imaginario de “amor romántico” padecen relaciones dañinas que las perpetúan en el sufrimiento ante la espera de un final feliz, cual telenovela libreteada y eso lastima porque es necesario que se agiten las recetas y las mujeres vivan plenas y felices.
De este modo, la esperanza está en el movimiento mundial que dinamiza imaginarios sociales invitando a deslimitar la libertad de todos los géneros; mujeres es momento de reaccionar, regálense mucho amor, abracen, besen, canten, bailen, hagan de la moda un acto político y trasgresor que estremezca los esquemas culturales machistas y discriminatorios.
Bienvenidas las mujeres valientes, resilientes y revolucionarias, aquellas que se atreven a amar con libertad, que no se condenan a las normas verticales que tanto daño le han hecho al tejido social y que se encuentran en sinergias sororas que las protegen y a la vez les permiten generar transformación.
No es un dato irrelevante que en el primer mes del año haya reportes de mujeres asesinadas, es una tragedia, pandemia y una realidad perversa a la cual, debemos hacerle frente y activar todas las estrategias para cambiarla.
Es triste que habitemos un mundo de paradojas, en las cuales, los discursos protectores hacia las mujeres sean banderas discursivas de campañas políticas, pero que ellas vivan con miedo y alejadas de un contexto garante de sus derechos.
El mundo machista, sexista y caótico debe comprender que las mujeres somos sujetas de derechos, seres sexuales y eróticas con libertad para masturbarse, explorar el mundo, enamorase, conquistar, viajar y todo lo que considere para su felicidad, sin vivir con la zozobra de ser asesinadas o violentadas, es momento de habitar un mundo, una sociedad más humana que respete las diferencias y que no considere que puede establecer un manual de conducta en el cual, se ordene que las mujeres debemos ser perfectas y no reales, coquetas y heteronormativas, dependientes de una figura masculina de seudopoder o cosificada como objeto de atracción política o publicitaria.
Las mujeres quieren ser libres, felices y romper el mundo de paradigmas que limitan su ser, ya basta de que la sociedad diga que puede o no hacer una mujer, es momento de las mujeres amorosas (sin romanticismos tóxicos), sexuales, rebeldes, unidas, imbatibles y viajeras del mundo. Ni una más violentada o asesinada, ni una menos con nosotras, es tiempo de que no falte ninguna.