
Convención nacional feminista
Hay una verdad y es que sin las mujeres la democracia está y estará incompleta.
Esta columna la escribo con profunda esperanza y desde la orilla de la sororidad, porque estamos viviendo momentos tejedores de nuevas realidades. Esto en razón a que mujeres de todo el país se reunirán este 5 de abril en Honda, Tolima, para desarrollar la convención nacional feminista, lo cual es un suceso poderoso para la historia de una Colombia que necesita vivir desde la equidad e igualdad de derechos, sin asesinatos de mujeres, sin exclusiones, discriminaciones o racismo. Merecemos habitar un país que se base en acciones garantes para todas y se permita la genuina transición de lo privado a lo público, es momento de reconocer que todos los actos son políticos y dejar de normalizar y privatizar las violencias basadas en género; las mujeres son sujetas de derechos y merecen escenarios paritarios y garantes de los derechos humanos femeninos, como lo es la participación pública en cargos de poder político que le permitan aportar a procesos de transformación social con mujeres autónomas y libres de sometimientos falocéntricos, este es el sendero efectivo para que el sistema patriarcal se deconstruya y desarraigue.
Por ello, la convención es un hecho histórico en el que mujeres diversas, lideresas, capaces y valientes de todo el país se reunirán para seguir reafirmando la potencia política, democrática y transformadora que tiene el colectivo femenino, porque ya no es una mujer con su lucha en solitario, ahora es la unión de muchas que las hace imbatibles en un momento decisivo en Colombia, donde la ley de paridad no puede ser un saludo a la bandera y tiene que cumplirse a cabalidad desde cambios al interior de los diferentes sistemas.
El prejuicio social de que las mujeres no quieren participar en lo público debe erradicarse porque la realidad es que si quieren a pesar de las pocas garantías, de los riesgos que asumen, de los desafíos que deben enfrentar, y esto se logrará a partir de la unión de muchas fuerzas, por eso me atrevo a afirmar que la convención es un útero fructífero que parirá transformaciones que urgen en la actualidad desigual que debe despatriarcalizarse para trascender a escenarios incluyentes, desde los cuales hombres, mujeres y diversidades sexuales desarrollen sus liderazgos con libertad y plenitud, es decir, que hacer política transformacional en Colombia no signifique un riesgo de muerte, sino un acto democrático garantizado.
Hay una verdad y es que sin las mujeres la democracia está y estará incompleta, sin los feminismos, las fuerzas alternativas, las revoluciones académicas, culturales y sociales no se podrán lograr cambios en la histórica y estructural violencia machista, es el momento, no hay aplazamientos para tal apuesta y la convención es una nueva manera de decir a grito empoderado que estamos listas, que no tenemos miedo a declararnos feministas, a empoderarnos de los espacios sociales/políticos y a impregnar nuestra huella en la historia del país que merece tener más tinta femenina.
Finalizo estas letras con algo poderoso que me dijo –una amiga y aliada– la concejala de Medellín Dora Saldarriaga:
“La convención es acto político imperdible para las mujeres del país, que tienen claro el horizonte político feminista. Es un hito histórico que quedará registrado dentro de la participación política de las mujeres de Colombia”
¡Bienvenida la Convención Nacional Feministas, un espacio de cocreaciones poderosas!
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