Las mujeres a lo largo de la historia hemos tenido que soportar la adjudicación de diversos apelativos, como brujas, perras, zorras, lobas o bagres; todos ellos enmarcados en estereotipos de género que develan fácilmente su estructura machista, pero de los cuales, sacamos las mejores reflexiones de lo que somos.

El mes de octubre nos permite hacer una pedagogía feminista respecto al concepto de – brujas – más allá del significado “diabólico, tenebroso, religioso o discriminatorio” que se le otorga, encontramos una carga histórica valiosa que nos recuerda la resiliencia y la importancia de la unión de las mujeres, si bien nuestras antecesoras por unirse para curarse, protegerse y blindarse del rechazo patriarcal, que incluso les limitaba a ser atendidas por los médicos, fueron vistas como “demonios” en realidad eran seres poderosos que no se resignaron a realidades desiguales y se resistieron a las diferentes situaciones que afectaban su derecho a vivir sin miedos y libres.

Por ello es pertinente afirmar que esas luchadoras (llamadas brujas) fueron las primeras feministas de la historia dado que su persecución era por el saber ancestral que tenían; poderes que no aceptaba el sistema patriarcal y que les lleva a establecer imaginarios peyorativos hacia ellas, los cuales, en la actualidad lo vemos normalizado en letras sexistas de canciones, en chistes y publicidades con alta carga patriarcal, así que el asunto no ha cambiado mucho entre ese pasado que establecía como – malignas y hechiceras – a las mujeres, solo que en la actualidad las narrativas se acomodan a lenguajes enmascarados en microviolencias.

Somos entonces la generación de las nietas o tataranietas de las brujas quemadas o algunas que milagrosamente sobrevivieron a tiempos adversos donde ser mujer era de los mayores riesgos; con profundo honor menciono a mi súper abuela Rita Contreras quien cumpliría 110 años este 31 de octubre y que falleció el pasado 27 de julio con su memoria intacta, la cual, permitía que me relatara las más lindas historias de valentía femenina en su época de adolescencia donde estudiar o votar para las mujeres era una utopía.

Por ella y por todas hoy celebro ser una bruja-mujer, una brujer, sin miedo a las cargas negativas que se le otorguen al concepto, mi eterna gratitud con las mujeres que abrieron senderos para que día a día sea menos difícil, ser mujer.

Debemos conocer la historia para no caer en tergiversaciones que, en lugar de aportar a la igualdad de derechos y la integridad de las mujeres, sumen arquetipos machistas perversos en sí mismos; la historia de las brujas es tan larga como la historia de la humanidad, en la Edad Media muchas mujeres cultivaban hierbas medicinales y su saber de medicina ancestral se pasaba de generación a generación. Muchas de las mujeres recurrían a ellas porque los médicos, en muchos casos, solo atendían hombres, Este uso de las plantas medicinales fue lo que muchos investigadores establecen como motivo de la “caza de brujas”.

El gran desafío de las culturas es comprender el poder de las mujeres, sin pretender disminuirlas a conceptos y roles – peyorativos – las mujeres merecemos un mundo de libertades, garantía de los derechos y respeto por las diferencias, por ello, si vivir libres de sometimientos nos hace – brujas y peligrosas – pues seguiremos “peligrosamente” aportando a la transformación social, con la inteligencia, creatividad y fortaleza propia de lo femenino, soy una brujer y aplaudo la grandeza de todas las brujeres.

Es momento de renunciar a tantos prejuicios y hacer del mundo un lugar apto y garante para todos y todas.