Durante doscientos años, la república de Colombia ha transitado en el tiempo en compañía de la violencia y la injusticia. La democracia es, tal vez, la tiranía de la multitud, pero cada quien tiene lo que se merece. La corrupción, las violaciones a los derechos humanos, la opresión de quienes están en el poder, el sometimiento del pueblo a la pobreza y la perpetuidad de la ignorancia han sido los males presentes en todos los estadios de la nación.
Por más de un siglo, el bipartidismo liberal y conservador tuvo el control, y hasta llegaron a crear un frente nacional. Con el tiempo surgió una pluralidad de partidos políticos que predican la unidad, el centro, la derecha, la izquierda y hasta un pacto histórico, todos dispuestos a hacer alianzas para llegar al poder y mantenerse en él como sea.
Por primera vez en la historia del país, mediante el voto popular, un gobierno de izquierda que proclamaba combatir la discriminación, los abusos, la corrupción y poner fin a todo privilegio de la oligarquía, marcando con esto la diferencia, llegó a la presidencia.
Se cumplen 709 días de gobierno y faltan 388 para finalizar el periodo constitucional del actual gobierno, y el Pacto Histórico que llegó al poder para imponer la justicia, la igualdad y mejorar la calidad de vida de los colombianos no ha cumplido con sus promesas. El único cambio que ha realizado es el cambio de ministros, de cancilleres y de funcionarios; para mejorar las condiciones de bienestar de los colombianos no se ha hecho ningún cambio.
Por el contrario, la corrupción y las prácticas clientelistas que prometieron combatir se han convertido en la forma de gobierno. Están actuando igual o peor que el establecimiento que tanto criticaron.
El badulaque que la mayoría de los colombianos eligió como presidente es una vergüenza para la nación. Sus discursos, llenos de argumentos sin valor que rayan en las babosadas, no son propios de un jefe de Estado. Propuestas como “Deberían traer la estatua de la libertad a Cartagena” y cuanta tontería se le ocurre son muestras de que en su cabeza todo anda mal. Para el primer mandatario de los colombianos, los entes de control no hacen nada, los ministros que ha nombrado lo han traicionado, en cada alocución no hace otra cosa que victimizarse de su propia torpeza y negligencia. Pareciera que este sátrapa no se da cuenta de que él es el presidente, el jefe de Estado, y lleva tres años en el poder; es él quien no hace nada. Se queja y se queja, pero no hace más que hundir al país en la miseria. Estamos frente a un gobierno del engaño histórico.
@lavozdelderecho