El futbol femenino no es un juego, comienzo con esta afirmación porque conozco la realidad de varias mujeres futbolistas, admiro su disciplina, entrega y pasión por su profesión, ser deportista en Colombia implica grandes desafíos en sí mismo, ser mujer futbolista implica el doble de esos desafíos, es innegable la realidad machista en la que vivimos y eso implica resistencia a los cambios y a procesos en equidad e igualdad de derechos. Si bien, ellas no se rinden, perseveran y son resilientes, sería justo que ya no les tocara un proceso tan complejo y sin garantías de derechos, es momento de que en Colombia se generen ligas femeninas de futbol, competitivas y con salarios dignos.

Es claro que los avances del futbol femenino se han dado por la lucha de las mujeres, nada le ha sido regalado. Por ello, es pertinente que el Ministerio del Deporte, la Dimayor y las diferentes entidades publico/privadas, reconozcan que la liga femenina no es un relleno para quedar bien socialmente o para imitar un proceso de equidad e igualdad de derechos, Colombia merece tener una liga profesional femenina de futbol que tenga garantías – comenzando por la continuidad – requerida para que los equipos logren un alto nivel, sean competitivos en el mercado global y no estén en desventajas con las ligas de otros países que son robustas y no una – parodia y burla – de torneos cortos como lo que le han propuesto a las futbolistas colombianas.

De esta manera, la liga profesional femenina de fútbol en Colombia que se creó en 2017, se enfrenta a desafíos estructurales por la historia arraigada de machismo. Es importante mencionar que hasta el año 2016 parecía incierta la creación de una liga profesional femenina de fútbol en Colombia. A pesar de la gran actuación de las jugadoras en la Copa Mundial Femenina de Fútbol Canadá 2015, parecía complejo crear una liga de fútbol profesional, teniendo en cuenta que el deporte está relacionado con el mundo del espectáculo y el mercadeo, lo cual, genera grandes lucros e impacto en plataformas de comunicación y eso en este país aún no sucede por completo. Aunque el futbol femenino mundialmente está siendo atractivo, es fundamental que en Colombia se priorice en las agendas políticas y empresariales para crear una sinergia contundente que logre el empoderamiento real de esta disciplina deportiva.

Se hace urgente que los estereotipos de género comiencen a cambiar, es hora de que se le hagan goles al machismo, se le saque tarjeta roja a la poca garantía que tienen las futbolistas y que se declaren en absoluto fuera de lugar las decisiones – acomodadas – en excusas “económicas” que instalan al futbol en un juego de brechas de género. Es momento de que las mujeres en el deporte y especialmente en el futbol puedan ser tratadas como profesionales, que se logren deconstruir imaginarios que determinan exclusivo interés en las ligas masculinas, las ligas femeninas también pueden ser atractivas económicamente.

Es un gran reto el que tienen las mujeres futbolistas, el sistema y la sociedad en seguirle haciendo goles al machismo y que este no siga alejando la posibilidad de que el futbol sea un deporte incluyente, equitativo e igualitario que aporte a la transformación social con perspectiva de género. No olvidemos que “El deporte enseña a tener carácter, a seguir las reglas, a saber cómo se siente al ganar o perder: enseña sobre la vida” Billie Jean King. Es momento del futbol femenino en Colombia.