P.: Leí: “Misia Ana volteó a mirar…”. ¿De dónde viene la palabra ‘misia’? JLBZ, B/quilla
R.: Misia ha caído en desuso. Es tratamiento de cortesía o fórmula familiar que expresa respeto y afecto hacia una mujer, casada o soltera, casi siempre mayor y distinguida, y es equivalente a ‘mi señora’. Se originó en la deformación por parte del habla de ese término, ‘señora’, que pasó a ser ‘seora’, luego ‘seá’ y luego ‘sa’. Entonces, ‘mi señora’ se convirtió en ‘misa’, como ocurre en la región antioqueña: “Buenos días, misa Marta”, o en ‘misia’, como se estila en la Costa: “Buenos días, misia Marta”.
P.: A mi ciudad nativa, del ‘Tuerto’ López, trae un epígrafe de J. M. Heredia: “Ciudad triste, ayer reina de la mar”. No encuentro este verso. Samuel Whelpley, B/quilla
R.: Hay dos poetas nacidos en Cuba con nombres casi iguales: José María Heredia y Campuzano (1803-1839) y José María de Heredia Girard (1842-1905), primos entre sí. El primero, romántico y patriota, es considerado el mayor poeta de las Antillas. El segundo, hijo de cubano y francesa, se educó y vivió gran parte de su vida en Francia, perteneció al parnasianismo, movimiento antirromántico, y es autor de Los trofeos, sonetos de fina perfección formal. Pues bien, José María de Heredia es autor del poema À une Ville morne (A una ciudad triste), dedicado a Cartagena, cuyo primer verso, “Morne Ville, jadis reine des Océans ! (¡Ciudad triste, ayer reina de la mar!”), como usted dice, fue usado como epígrafe por el poeta cartagenero el ‘Tuerto’ López en su célebre soneto A mi ciudad nativa, el de “los zapatos viejos”.
Nota: A propósito de mi columna de la semana pasada, en la que hablamos de británicos e ingleses, desde Londres me escribe Dominic Seely: “Tal como usted dice, el término ‘ingleses’ se impone para referirse a los británicos, es decir, a los nacidos en Escocia, Gales, Inglaterra e Irlanda del Norte, los cuatro países que forman el Reino Unido. Aunque parece que en Colombia y en el resto del mundo no hay problema en llamar inglés a cualquier británico, para muchos de ellos puede ser incómodo e, incluso, ofensivo. Las nacionalidades en Europa no tienen que ver solo con haber nacido en un espacio geográfico. Ser inglés, escocés, francés, vasco, italiano tiene que ver, sobre todo, con una identidad personal y colectiva. Decirle inglés a un escocés puede resultarle ofensivo, ya que Escocia se ve a sí misma como un país con una historia, una lengua y una identidad distintas de las inglesas. Además, hay una historia de colonialismo de Inglaterra hacia Escocia que aún hoy la mayoría de escoceses resiente profundamente. Por lo tanto, se puede decir que, dado que hay una dimensión política en el tema de la nacionalidad, debe tenerse mucho cuidado en llamar inglés a un escocés, a un irlandés o a un galés. Esto se aplica igualmente a otros países, por ejemplo, España, donde llamar español a un catalán o a un vasco también puede causar molestia.
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