
GGM, salvaguarda, campana
El libro no trata de la disciplina para escribir y del consecuente éxito y fama de García Márquez, sino de cómo un hijo experimenta la muerte de su padre célebre, de cómo era su relación con él, de cómo es su nostalgia y de cómo son sus recuerdos.
Tengo sentimientos encontrados hacia el libro de Rodrigo García Barcha. ¿Debió revelar asuntos personales de sus padres? José Antonio Moreno Armella, Guayaquil
El libro no trata de la disciplina para escribir y del consecuente éxito y fama de García Márquez, sino de cómo un hijo experimenta la muerte de su padre célebre, de cómo era su relación con él, de cómo es su nostalgia y de cómo son sus recuerdos. Si bien el prestigio de García Márquez irradia a su familia, también, vástago y heredad de Colombia, de alcance e importancia universal, irradia a toda la nación. Entonces, es procedente que sus lectores en el país y en el mundo, que no son, precisamente, un puñado, se enteren de algunos intríngulis familiares, comunes y corrientes, de una figura a la que han admirado tanto, narrados por su propio hijo, quien, como es natural, los conoció de primera mano.
Para cuidar el patrimonio existe el Plan Especial de Salvaguardia. ¿Salvaguarda o salvaguardia? Edward Cortés Uparela, Sahagún
Salvaguardia y salvaguarda son voces sinónimas y correctas, y significan “salvoconducto, custodia, protección, amparo y garantía”. Se usa más salvaguarda, pero salvaguardia es muy frecuente. Son femeninas para referirse a las señales que en tiempos de guerra se les ponen a ciertas casas o áreas para que los soldados no las dañen, o cuando hacen de credencial (“ingresé cuando mostré mi salvaguardia”), o cuando aluden al amparo de algo (“proyecto para la salvaguardia”). Son masculinos cuando se refieren al guardián de una cosa o de un espacio (“un salvaguarda del cuartel”).
¿Es cierto que la expresión boxística “salvado por la campana” procede de ataúdes con campanas? Kid Quillero, B/quilla
Sobre todo entre los siglos XVII y XIX, como consecuencia de distintas epidemias que asolaban a la población europea, algunos moribundos, inadvertidamente, eran sepultados aún con vida, tal como comprobaban tiempo después cuando al abrir sus ataúdes de madera encontraban la tapa plagada de arañazos, señal de que el muerto había despertado. Era tal el terror que producía ser enterrado vivo que se idearon féretros con mecanismos para que en caso de un entierro prematuro el falso difunto pudiera avisar y fuera rescatado. El más frecuente de estos mecanismos era una campana con un cordón que se ataba a una mano del fallecido. Una de las figuras más importantes supuestamente enterradas vivas fue fray Luis de León, el excelso poeta del Siglo de Oro Español. En el boxeo, la frase “salvado por la campana” traduce que a un pugilista en la lona lo libra del nocaut el sonido de campana que señala la conclusión del asalto aun cuando el árbitro no haya terminado el conteo que habría decidido el final del combate. Referida a muertos aparentes, la frase surgió en el siglo XVIII, la misma centuria en la que el boxeo moderno empezó a popularizarse desde Inglaterra. Entonces, podría creerse que los dos escenarios aludidos contribuyeron al tiempo a la difusión de la frase.
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