Hablaba con alguien cuando me dijo: “Dejemos la cháchara ya”. ¿Cuál es el origen de cháchara? Marta Guido Ch., B/quilla

El verbo italiano ciacciare ‘charlar’ originó chiàcchiera ‘charla’, que, al pronunciarse /kiákkiera/, dio en español ‘cháchara’, vocablo usado por el léxico culto y, sobre todo, por el popular, que ha pasado a significar una conversación animada sobre asuntos intrascendentes e inútiles, con frecuencia frívolos. Apareció en la segunda mitad del siglo 16, y se hizo corriente en la novela picaresca española, que le daba amplia cabida a expresiones populares. En México y en algunos otros países americanos también significa baratija, cachivache…

¿En un idioma, qué se entiende por marcas diacríticas? Ximena Falla Ch., Bogotá

Son consonantes tildadas o símbolos que intervienen en la ortografía de una lengua. Por ejemplo, el ‘acento circunflejo’, como en el francés hôtel’; el ‘anillo’, como en el apellido noruego ‘Årud’; la ‘virgulilla’, como en el español ‘ñato’ o en el portugués ‘São Paulo’… Consulté el Manual de estilo de la lengua española, de José Martínez de Souza, y leí que, por su naturaleza, en textos literarios o periodísticos puede prescindirse de los signos diacríticos no españoles. Por ejemplo, al desconocer su pronunciación, da lo mismo que el nombre de la ciudad polaca de Gdańsk aparezca escrito Gdansk (adaptado al español es Dánzig). Por el contrario, en textos de escritura científica, en diccionarios enciclopédicos y en obras que dan información cultural sí se debe ser fiel a las grafías originales de las lenguas.

¿Por qué se dice ‘no hay quinto malo’? Clara Ortegón Ll., B/quilla

La frase en principio pertenecía al lenguaje taurino. La versión más difundida sobre su origen dice que antiguamente los propietarios de los toros bravos participantes en una corrida se ponían de acuerdo y determinaban el orden en que estos debían salir al ruedo, a diferencia de lo sucedido luego, cuando se hacían por sorteo. Según ese acuerdo, se dejaba al que era considerado el mejor toro del cartel en el quinto lugar, y no en el sexto y último, como sería lo lógico, porque en esos tiempos los aficionados, por estar las plazas taurinas lejos de sus hogares y por la escasez de transporte, iniciaban su regreso antes de comenzar la sexta lidia de la tarde o durante los primeros envites del torero en la misma, y pocos permanecían para aplaudir al final. En consecuencia, como siempre o casi siempre el quinto era un buen toro, nació el dicho ‘no hay quinto malo’.

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