Estoy seguro de que la mayoría de los futboleros que conocen-conocemos- a Jorge Carrascal no tienen- no tenemos- dudas de sus enormes condiciones. De su técnica depurada, de su capacidad para engañar y eludir rivales, de su cambio de ritmo y fuerte y preciso remate.

Pero, también estoy seguro de que esa mayoría cree - creemos- que le ha faltado constancia. Que ha tenido más vaivenes de los recomendables. Que no ha podido acompañar su talento con la imprescindible regularidad en su rendimiento.

Esa combinación que otorga, sin discusión, la titularidad y el reconocimiento pleno. Carrascal es un mediocampista con características de delantero, y tal vez por esa dualidad los técnicos que lo han dirigido lo han ubicado en cualquiera de las posiciones del frente de ataque.

Hoy, Filipe Luis, su técnico en el Flamengo, le da la punta izquierda como punto de partida. Es el volante más adelantado y el delantero más atrasado, aun si empieza por los costados. Su zona de influencia es de tres cuartos de cancha hacia adelante.

No es un mediocampista estratega, es más una media punta con habilidad y pase inteligente. No tiene el lanzamiento tan preciso de James o Quintero, ni su liderazgo, pero puede acercarse más a los delanteros para fabricar paredes o para aprovechar su facilidad para acelerar y desubicar a los defensores contrarios.

Si Carrascal logra replicar muchas veces, de aquí al mundial, la actuación que tuvo entre semana en la Copa Libertadores frente a Racing de Argentina, se convertiría, a mi juicio, en una confiable ‘tercera vía’ creativa para la selección Colombia después de James y Quintero.

Con otras características, pero con la misma calidad en las jugadas de valor gol. Para reemplazarlos si hay algún inconveniente con el físico o rendimiento de estos, o también para agregarse a ellos por alguna circunstancia de partido (un rival muy a la defensiva o un marcador en contra, por ejemplo). Depende de él.