El término ‘ruple’ significa ‘montón de cosas’. ¿De dónde proviene? Roxana Carrioni, B/quilla

Existía en Italia un antiguo juego de naipes llamado ronfia, que traduce algo así como ‘hincha’ (del verbo ‘hinchar’), que consistía en hinchar o aumentar el paquete de naipes o en tener un mazo de estos de una misma pinta o palo (trébol, diamante, corazón o pica). Cuando el juego de la ronfia pasó a España terminó llamándose ‘runfla’, y, según documenta Corominas, a finales del siglo XVI tenía el sentido de serie de cartas de un mismo palo, y, luego, en la primera mitad del XVIII el de turba o muchedumbre de personas, pero también pila de varias cosas de una misma especie, como libros, piedras preciosas, títulos, ilusiones, llamadas recibidas… ‘Runfla’, evolucionando y siempre con el sentido de abundancia o cantidad, se convirtió en la palabra ‘rumple’, tal como la recoge el lingüista momposino Alario Di Filippo. Después, dentro de esa continua movilidad, ‘rumple’ perdió la ‘m’ y se acortó en ‘ruple’, como se usa en Colombia, Centroamérica y ciertas áreas de Perú y de Ecuador.

Sé que ‘filo’ es una masa para hacer empanadas. ¿Qué es ‘filo’ cuando se refiere a tener hambre? Emiliano Vengoechea, B/quilla

Desde hace tiempos existe en Colombia el dicho popular “tengo un filo que si me agacho me corto”. Esto traduce que se tiene mucha hambre. Cuando esto ocurre, los ácidos gástricos, sin oficio, cortan como un filo, o, al menos, dan la sensación de tener dentro del estómago un cuchillo u otro elemento punzante, por lo cual, en sentido figurado, esa persona no debe agacharse ni doblarse, sino caminar erguida y con movimientos leves porque ese cuerpo extraño y cortante dentro de su vientre podría herirla. Otra versión, más simple y menos concluyente, dice que en Colombia antes se decía: “Está tan flaco que parece el filo de un cuchillo”. Por cierto, hay un verso de Al filo de tu amor, de Carlos Vives, que dice: “… buscando para el mercado,/ desempleado y pasando filo por tu amor…”.

En la Edad Media, en torno a los reyes existían unos funcionarios llamados silenciarios. ¿Quiénes eran? José Antonio Moreno Armella, Guayaquil

En Roma, en el siglo II, entre nobles o aristócratas existía la costumbre de que siervos elegidos se encargaran de que hubiera silencio durante determinados pasajes de las ceremonias o banquetes que ofrecían. Siglos después, en la corte del Imperio Romano Oriental o Bizantino (ss. VIII-XI), los silenciarios eran cortesanos encargados del orden y el silencio en el Gran Palacio de Constantinopla. Llamados guardianes o ministros del silencio, fijaban los límites en el trato hacia el emperador y, cuando tocaba, imponían una solemne ausencia de ruidos. Se dice también que en realidad era un grupo de funcionarios vestidos de blanco, que en la corte bizantina, además de controlar el volumen de muchas voces reunidas, ejercían como guardas o porteros y permitían o vedaban el ingreso de los dignatarios que arribaban.

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