Pregunta: Con mucha frecuencia se oye “de Marras” o “hace Marras”. ¿Quién era Marras? Rodrigo A. Escorcia N., Malambo?

R.: En realidad, no es ‘Marras’, sino ‘marras’, puesto que no se trata de un nombre propio. La palabra surgió en el árabe clásico como marrah, que significa ‘ocasión, vez’; con el mismo sentido, evolucionó en el árabe hispano a márra, y en el castellano incipiente a ‘marras’. En nuestro idioma, según Corominas, comenzó a usarse entre 1220 y 1250 con el significado de ‘en otro tiempo, antiguamente’, o para aludir a algo en cuestión o consabido o que, simplemente, no quiere mencionarse de nuevo. Hoy tiene ese mismo alcance, pero a veces adquiere un matiz despectivo; por ejemplo, en una noticia, para mencionar a un ladrón: “El sujeto de marras vestía una camisa azul…”; o puede servir de eufemismo para no decir palabras que podrían resultar malsonantes, como ‘maldito’ o ‘dichoso’; por ejemplo: “Otra vez el carro de marras me dejó varado”.

 P.: Antiguamente, en Barranquilla nuestras madres llamaban ‘saibó’ a un mueble del comedor. ¿Cuál es el origen de esa palabra? Darío Diago Abello, B/quilla?

R.: El saibó es el mismo aparador o mueble tradicional, por lo general, ubicado en los comedores y tallado y elegante, que sirve para disponer comidas o para guardar en sus espacios interiores copas, vajillas, manteles y otros utensilios. El de patas cortas o el situado directamente sobre el suelo es propiamente el saibó, y el de patas largas es el buffet o bufé. La palabra saibó viene de sideboard, mueble inglés con la misma utilidad que el nuestro, algunas de cuyas primeras versiones surgieron en Inglaterra y en Francia a fines del siglo XVIII. Sideboard, que se pronuncia /saibord/, pasó al español como ‘saibor’ y luego evolucionó hasta ‘saibó’. En algunas áreas de la Costa, al mueble también se le dice ‘seibó’.

 P.: Hace poco, cuando usted habló de ‘butifarra’ mencionó la locución latina fartus-a-um (relleno), que me recordó a ‘farto’, que en la Costa es alguien pretencioso, relleno de quién sabe qué. Ernesto Stuewe, B/quilla?

R.: Quizá relleno de vanidad, presunción, ridiculez, petulancia, inmodestia, en fin, cursilería… ‘Farto’, que en español nos dio ‘harto’, no viene del latín fartus (relleno, embutido), sino que es deformación de la palabra española ‘fatuo’, que, a su vez, procede del latín fatŭus, y se usa desde principios del siglo XVIII con el significado de ‘presumido, jactancioso, envanecido, extravagante, insensato, soso, insípido’. Por lo tanto, decir “no seas farto” es lo mismo que decir “no seas presumido o no alardees de tus reales o supuestos atributos o de tus bienes”. Farto también se les dice a las personas que se vanaglorian de su abolengo, o a aquellas que, melindrosas, no se adaptan a ciertas situaciones, por ejemplo, las que rechazan un lugar de alojamiento o cierto tipo de comida –la criolla, en particular–, porque no están a la altura de su indiscutible o pretendido nivel.

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