Claramente, existen dos visiones sobre el estado de la economía colombiana. Por un lado, está la del grupo de teóricos que por décadas ha impuesto la doctrina económica colombiana. Está caracterizado por sus dogmas monetaristas y fiscalistas, cuyos altos sacerdotes adoran los altos intereses y las reformas tributarias. De su fuerza para imponer su doctrina dan fe las 16 reformas tributarias que se les han infligido a los colombianos en los últimos 26 años. La visión de estos sabios sobre nuestra economía siempre es apocalíptica y su receta estándar para los problemas económicos, reales o imaginarios, que permanentemente le diagnostican al país es mayores intereses o más impuestos, o ambos. Hoy, como siempre, esa es su visión y esa es su receta.
Por el otro lado está la visión del ministro de Hacienda, el doctor José Manuel Restrepo, quien recientemente, al informar sobre el Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP) 2022, afirmara: “… el ajuste de las finanzas públicas continuará en 2022, corrigiendo el déficit fiscal de la nación en 1,5 pp del PIB frente a 2021 … La deuda neta del GNC se reducirá en 2022 en 4,3 pp del PIB frente a 2021, alcanzando 56,5% del PIB, un nivel muy cercano al ancla definido en la Regla Fiscal.
Hace un año la expectativa era que la deuda neta se ubicaría en 60,7% del PIB en 2033, siempre y cuando se gestionaran recursos adicionales por 0,6% del PIB entre 2023-2026. Hoy, las cuentas fiscales permiten cumplir con la Regla Fiscal sin necesidad de nuevas fuentes de ingreso. Cabe señalar que la deuda neta llega al ancla de deuda en 2024 y se ubica por debajo de esta en el mediano plazo.
De otra parte, en 2023 se prevé retornar a un superávit primario, no observado desde 2019, en un contexto en el que la inversión pública se ubicaría por encima de su promedio histórico y se contempla un pago de 19,1 billones del déficit del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles, FEPC.”
No puede haber dos visiones más contrastantes y, así les disguste a los sabios doctrinarios profetas de desastres, es evidente que la correcta es la del ministro Restrepo. Además de alentadores, sus datos son reales, claros y precisos. Y, podría añadirse, su exposición se ha quedado corta. No solo se va a corregir el déficit fiscal en 1,5 pp del PIB en el año en curso, sino que se espera una reducción adicional de 2 puntos para 2023.
Debe añadirse que lo anterior no toma en cuenta completamente el gran incremento que se está presentando en el recaudo tributario, fruto en buena medida de la factura electrónica y de la mayor fiscalización, el cual con seguridad le permitirá al Estado lograr resultados aún mejores a los descritos por el ministro. Al cierre de mayo, el monto total recaudado fue $95 billones, para un incremento de 33% sobre 2021. Es de esperar que el recaudo total de este año sume alrededor de $220 billones, y que, con la próxima entrada en vigencia de controles adicionales a la facturación, supere los $250 billones en 2023. ¡Un espectacular aumento de más de seis puntos del PIB sobre los $157 billones recaudados en 2019!
Estamos amenazados con la próxima imposición de una super-hiper-mega reforma tributaria -¡la mamá de todas las tributarias!- que, con seguridad, tendrá graves efectos negativos sobre el crecimiento económico y la inversión. ¡Ojalá sus autores lean el MFMP y los informes de la DIAN antes de perpetrarla!