El Heraldo
Opinión

El éxodo de la infamia

Exhausta, a punto de desfallecer, una joven madre venezolana intenta sin éxito convencer a su pequeño hijo que continúe su marcha por la vía que comunica a Bucaramanga con Pamplona, a la altura del durísimo Páramo de Berlín, donde son escalofriantes las historias de niños y adultos muertos por hipotermia.

El menor, de unos 4 años, llora desconsoladamente. Él tampoco puede más, está agotado, tiene hambre, frío y solo quiere descansar luego de estar caminando días sin saber por qué tuvo que dejar atrás familia, amigos, casa y país.

No deja de llorar, su madre lo carga, lo baja, ella también llora, pero sabe que no pueden detenerse. Es cuestión de vida o muerte. ¡Cuánta impotencia, cuánto dolor encierra esta devastadora escena que refleja el desarraigo de un pueblo desesperado que decidió emprender un éxodo para huir del hambre, de las carencias, de la desesperanza que se instalaron en su país. No hay vuelta atrás en el inhumano recorrido.

Son miles de almas que apuestan por encontrar un espacio digno para quedarse en Colombia o que atraviesan el país rumbo a Ecuador, Perú y Chile, entre otras naciones, buscando mejores condiciones de vida. Un sueño que se puede convertir en la más espantosa de las pesadillas.

Su extrema vulnerabilidad los convierte en presa fácil de los grupos armados ilegales –Eln, Epl y disidencias de las Farc– que según un estudio de la Fundación Ideas para la Paz, los acechan para vincularlos como mano de obra de sus economías ilegales de producción de drogas, minería ilegal, tráfico de personas, de gasolina y contrabando en zonas fronterizas donde está aumentando su presencia criminal.

En el caso de las niñas y mujeres venezolanas, de acuerdo con esta misma investigación, el riesgo de explotación sexual y de feminicidios es enorme. Y los menores que viajan solos llegan a ser víctimas de reclutamiento forzado por estas organizaciones al margen de la ley en medio de sus disputas y procesos de expansión, como ya ocurre con el Epl en el Catatumbo.

Adicionalmente, la Policía Antinarcóticos del aeropuerto El Dorado de Bogotá reportó que de las 118 personas capturadas este año al intentar sacar droga del país, 34 son extranjeras y de ellas, 12 venezolanas. Los narcotraficantes los están convenciendo, aprovechándose de su necesidad, para que terminen como “mulas” y transporten droga hacia Estados Unidos y Europa.

Qué miserables resultan todos aquellos que instrumentalizan a estas humildes personas para convertirlas en delincuentes arrastrándolas a una tragedia peor de la que ya padecen. Pero no son los únicos que merecerían repudio. Todo aquel que mire hacia el otro lado, que ignore, que desconozca este drama, que niegue su ayuda si puede darla, debe evaluar lo que su corazón guarda. 

El inenarrable dolor de estas personas clama al cielo y a nosotros mismos. Es el momento de poner a prueba nuestra generosidad y de ser compasivos y solidarios. Sin mezquindades, llegó la hora de dar el primer paso por los venezolanos. 

@ErikaFontalvo

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