La semana pasada recibí una invitación que me llenó inmensamente de alegría, ya que hace un par de años era una utopía. Fue una invitación a una misa y a un concierto a celebrarse en el Templo de San José. Para los que no han escuchado hablar de él, se trata de uno de los más lindos y antiguos tesoros arquitectónicos de la ciudad que ha estado cerrado desde 2015 cuando partes de su estructura comenzaron a desprenderse poniendo en peligro la vida de los asistentes.

Es el tercer templo más antiguo de Barranquilla que fue construido en el Centro Histórico entre 1910 y 1936 con el diseño del arquitecto italiano Filippo Mastelari, y hoy cuenta con la declaratoria de Bien de Interés Cultural distrital. Desde hace casi tres años, un grupo de personas trabajan para evitar que esta iglesia pase a ser un simple recuerdo en un libro de fotografías, así como ha ocurrido con decenas de tesoros arquitectónicos que se han perdido por falta de protección o desidia, como por ejemplo la Mansión de Mares y el edificio Palma.

Este grupo se propone no solo recuperar y restaurar la iglesia para que funcione como lugar de culto, sino también aprovecharla como un centro cultural en donde se puedan llevar a cabo conciertos, conferencias y exposiciones de arte, así como ocurre con un sinnúmero de iglesias alrededor del mundo que tienen un uso mixto o han cambiado su uso. Por ejemplo, en la Catedral de Lisboa se llevan a cabo conciertos; la Iglesia de las Escuelas Pías de San Fernando en Madrid es hoy una biblioteca; en Llarena, Asturias, una iglesia, incluso, pasó a ser un templo de arte urbano y skate.

El pasado viernes vivimos una ráfaga de este sueño cuando se celebró la primera eucaristía en seis años y se llevó a cabo el primer concierto en la historia de la iglesia ofrecido por un grupo de la Orquesta de Cámara de la Universidad del Norte. Al finalizar el programa, se dio apertura a la exposición de arte sacro en nácar de Enrique Yidi. En el marco de esta gran celebración, la Compañía de Jesús lanzó la campaña El Sueño de San José, que busca aunar esfuerzos para que todos los sectores, eclesial, público, privado, académico y ciudadanos, aportemos de alguna manera a la recuperación del templo. Todo tipo de aporte es bienvenido: recursos, difusión, conocimiento, gestión, etc.

Como expresó el reconocido arquitecto barranquillero Ignacio Consuegra: “El patrimonio de esta ciudad ha sido víctima de una perversa masacre que a la luz de los acontecimientos no tiene antecedentes en el país”. No volvamos a cometer los errores del pasado que tanto lamentamos; por el contrario, reconozcamos el valor de la historia y busquemos preservar y proyectar el patrimonio como valor de la dinámica cultural y económica de la ciudad. Me sumo al Sueño de San José e invito al sector público, privado, academia, medios de comunicación y a los ciudadanos a que se unan a este símbolo del resurgir cultural y económico del Centro Histórico, que estoy segura será un sueño cumplido desde la sinergia ciudadana.

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