El 16 de julio de 2019 el BID eligió a Barranquilla como sede de su Asamblea de Gobernadores y de BID Invest. Desde ese momento Barranquilla y el Gobierno colombiano comenzaron a soñar en hacer la mejor de la historia. Desde entonces comenzó el trabajo arduo para lograr este propósito. Tuve la fortuna de unirme a este gran equipo hace varios meses, trabajando frenéticamente, día y noche, 7 días a la semana, a la velocidad de la luz, haciendo todo y más de lo que estaba en nuestras manos para que este sueño fuera una realidad.
Después de trabajar una larga jornada, el martes nos despertamos con la noticia de que el Directorio del BID se reuniría en horas de la tarde para decidir si se llevaría a cabo o no la Asamblea. Esta me tomó por sorpresa ya que andaba tan inmersa en la organización, que no se me había pasado por la cabeza que esto fuera una posibilidad real.
Alrededor de las 3:00 pm la Universidad del Norte expide un comunicado en el que notifica a la comunidad que quedarían cancelados todos los eventos a efectuarse en el campus. Precisamente, uno de los eventos académicos que estaba a mi cargo era el Día Naranja, que tendría lugar en este plantel educativo. A diez días del evento había que replantearlo todo. Mientras cumplíamos con esta tarea, en medio de la angustia y la incertidumbre, sale la noticia: Asamblea del BID aplazada para septiembre.
En ese momento entendí que no era una buena, sino una excelente noticia. Porque si bien estábamos preparados para hacer una Asamblea extraordinaria, en septiembre haremos, sin duda, ¡la mejor en la historia!.
Y entonces pasé de una eterna lista de pendientes a no tener que ejecutarlos, y así con un poco más de tiempo disponible comencé a ser más vulnerable al pánico del COVID -19. De un día para otro la realidad del mundo no había cambiado pero si mi exposición a conversaciones y redes sociales, lo cual me llevó a darme cuenta de que (sin desconocer las medidas de precaución necesarias) la paranoia no era resultado de una realidad objetiva e informada sino de una mayor exposición a estos generadores de pánico.
También noté que esta nueva realidad ha obligado a las personas a sustraerse del día a día cotidiano, permitiéndoles apreciar lo verdaderamente esencial y ver la vida desde otra perspectiva. Así por ejemplo, en un mundo en el que damos por descontado muchas cosas, como estar cerca de las personas, conversar, abrazarlas, besarlas, porque preferimos estar inmersos en nuestros dispositivos, comenzamos a apreciar la posibilidad de contacto.
En un mundo en el que vivimos contrarreloj, buscando no perder ni un segundo, desplazándonos de un lado al otro del planeta, atendiendo a reuniones y eventos sociales, de repente no gozamos de esta libertad de desplazamiento y de reunión, y por el contrario, se nos invita a pasar más tiempo aislados, lo cual es una oportunidad para hacer un pare y analizar nuestra vida; o para desarrollar proyectos así como Newton, quien ante el cierre de la Universidad de Cambridge por la peste bubónica, utilizó su tiempo en casa para desarrollar el cálculo y la teoría de la gravedad.
Solo nos queda sacar lo mejor de las situaciones de las que no tenemos el control, pero sobre todo darnos cuenta de que la única vía es trabajar en colaboración en un mundo que se vuelve cada día más individualista. Y lo que antes dábamos por descontado ahora lo vemos como un regalo: la vida. Este es uno de los mensajes del mundo para que apreciemos lo más valioso y vivamos siempre con COVID: Contentos por la Vida.
Daniela@cepedatarud.com
@DCepedaTarud