Este 2020 no solo lo recordaremos por la pandemia, también por la temporada de ciclones tropicales en el Atlántico, mar Caribe y golfo de México, la cual terminó “oficialmente” el 30 de noviembre; desde comienzos de diciembre, condiciones más estables, sugieren una probabilidad baja a muy baja, que se forme algún evento más en lo que resta del año.
Sin lugar a dudas, una de las temporadas más activas de toda la historia, marcada por un calentamiento significativo de las aguas del Atlántico y una frecuencia notoria en el tránsito de ondas tropicales. El pronóstico, emitido en mayo por el Centro Nacional de Huracanes (NHC) de los Estados Unidos, indicó 13 a 19 tormentas tropicales; la actualización del mismo el 6 de agosto lo incrementó notoriamente, con una probabilidad más alta que apareciesen entre 19 y 25 tormentas tropicales.
Sin embargo, se superó cualquier expectativa, con 30 eventos que como mínimo fueron tormentas y uno, que solo llegó depresión tropical, es decir, un total 31 ciclones tropicales, dejando atrás el récord establecido en el 2005 de 30 eventos.
Normalmente el polvo del Sahara disminuye la actividad de ciclones tropicales en el Atlántico. Un dato también para recordar, es justamente esa gran masa de polvo sahariano (Godzilla), que transitó durante junio desde las costas africanas hasta el mar Caribe. Sin embargo, dicha situación que implica en teoría un enfriamiento del océano, no fue suficiente para disminuir la calidez de sus aguas; entre mediados de mayo y final de julio ya teníamos 9 tormentas tropicales.
Fueron en total 13 huracanes (segundo registro más alto en la historia) y 6 huracanes de categoría mayor, es decir en categorías 3 a la 5. Se destaca también, el récord en cantidad de tormentas y huracanes que se intensifican rápidamente antes de tocar tierra, siendo Iota el décimo sistema en hacerlo. Dicha intensificación, se basa en sistemas que incrementan en 56 km/h o más, su velocidad de vientos alrededor de su núcleo central, en un tiempo menor a 24 horas. En ese sentido 5 de los 10 eventos que se fortalecieron súbitamente, doblaron la tasa referida, por lo cual, algunos huracanes superaron cualquier proyección de modelos, frente a la intensidad que podrían alcanzar.
Asociado a lo anterior, la rápida intensificación de Iota. Con base en el NHC, entre la tarde del 15 y las primeras horas del lunes 16 de noviembre, pasa rápidamente de categoría 1 a la 4 en un lapso de menos de 10 horas, estando el ojo del huracán, a tan sólo 70 km de Providencia y con vientos máximos sostenidos de 225 km/h. Hacia las 7am se presenta la mayor cercanía del ojo del huracán a la isla de Providencia (35 km) con vientos de 255 km/h alrededor del ojo, ya en el umbral de la categoría 5.
Será difícil olvidar los efectos e impactos que tuvo Iota para nuestro país, en particular para el archipiélago de San Andrés y Providencia, siendo innegable que ha sido el primer huracán categoría 5, cuyo ojo, se acerca de forma tan notoria a un centro poblado del territorio colombiano. Es también indudable, que la amenaza es latente con una tendencia reciente que puede sugerir que esto sea más recurrente hoy que hace 2 o 3 décadas. Debemos aprender de esta lección!
@ChristianEuska