En el béisbol juega un papel importante el arbitraje. Se dirá que en todos los deportes habidos juega con la mayor decisión el arbitraje, pero no es el momento para que entremos en discusiones sobre temas tan amplios como es el arte de impartir justicia beisbolera, pues solo estamos en esta misión para hacer un bosquejo ligero de cada deporte o personajes que aparezcan en esta sección.

En nuestra ciudad se contó siempre con muy buenos umpires. Que este escriba deportivo pueda referir sus impresiones en el estadio curiosamente bautizado Juana D’ Arco- el nombre de una famosa heroína francesa de siglos atrás- siendo apenas un niño de siete años es algo por demás asombroso.

Recordamos a Nicolás Rosanía, que allá por 1927 arbitraba desde el montículo, diez años después los umpires vinieron a ejercer su oficio detrás del plato entrados los años 30.

Los viejos aficionados recordaban la tremenda guachafita entre Rosanía y el hermano Pedro, lo cual terminó o digamos mejor se acrecentó con la orden de expulsión de Rosanía, lo cual generó un escándalo mayúsculo.

Los jugadores del equipo Biffi se armaron de bates y a gritos le notificaron a dos agentes de policía que pretendían detener al hermano Pedro del dugout, haciendo caso omiso que éste era dueño del estadio.

Pero salgamos de esta bronca histórica que ya entrado los años treinta tanto Cartagena como Barranquilla contaban con muy buenos árbitros. Federico Schemel, Ricardo Vengoechea y cinco o seis más árbitros disponibles garantizaban la seriedad y eficacia del espectáculo.

Tenemos que exaltar varios años de eficacia de este género para llegar a un grave incidente, durante nada menos que un Campeonato Nacional de Béisbol llevado a cabo en Barranquilla. La Liga de Béisbol del Atlántico importó dos umpires, Esto se rompió inopinadamente nombrando a un ‘chief’ de la Liga de Bolívar, actuando este en el juego entre Magdalena y Atlántico. Magdalena alineó un catcher medio loquito que se dedicó a trabarles los bates a los jugadores de Atlántico.

Se lo trabó a un bateador atlanticense con dos hombres en bases; la trabazón fue tan descarada que corredores embasados avanzaban ya y el bateador corría hacia primera cuando ‘el chief’ paro el juego para decir que la culpa de la traba no era del catcher sino del bateador y se armó la que se tenía que armar.

Los jugadores de Atlántico rodearon al umpire para protestarle la absurda decisión mientras un jugador no identificado le partía la cabeza al ‘chief’, en un hecho deleznable y digno de censura general.