El carbón significa el 33% de toda la electricidad que se produce en el mundo, para ser un poco redundante, sin carbón un tercio de la humanidad no tendría acceso a la electricidad en sus hogares, hospitales, industrias, comercio, centros educativos, etc. El top tres de países que más consumen este mineral están en Asia: China la fábrica del mundo con el 51%, lo sigue la India con el 11%, con una economía creciente y un sector energético apalancado con el carbón (se proyectan a ser el mayor consumidor de carbón en el mundo a 2050). Finalmente, Indonesia en el tercer puesto con 8% del consumo mundial y creciendo, debido a que su apuesta por refinar el níquel en su propio país para darle valor agregado los hace aumentar su potencia eléctrica a partir de termoeléctricas a base de carbón (son los mayores productores de níquel del mundo)
Por otro lado, Colombia no requiere grandes cantidades de carbón para su necesidad energética, de hecho, nuestra matriz energética eléctrica en condiciones normales depende solo cerca de 9% de carbón. Colombia en el 2023 produjo cerca de 57 millones de toneladas de carbón, algo que pareciera exorbitante, no obstante, para tener un mejor dimensionamiento hay que compararlo con el consumo mundial, el cual, a 2023 batió récords y llegó a 8.344 millones de toneladas, de las cuales solo China consumió 4.430 millones de toneladas (Paradójicamente es el país con el mayor crecimiento en instalación de energías verdes). Colombia porcentualmente no representa más del 0.7% del carbón que se consume en el mundo. Es decir, el mundo no va a sufrir por la salida del carbón Colombiano, fácilmente nuestro carbón será reemplazado.
Lo preocupante de toda esta historia, es que territorios como el Cesar y la Guajira que sí son altamente dependientes económicamente del carbón (51% PIB directo y cerca del 20% encadenado con otros sectores económicos), si van a sufrir por la salida desesperada y las restricciones injustificadas a esta industria, así como, por la mala planeación del gobierno nacional para con los territorios y la mal llamada transición energética, que no tiene puestos de trabajos suficientes, inversiones suficientes y mucho menos dineros extras que le lleguen a las regiones como impuestos o regalías.
El gobierno todavía tiene engañada a las comunidades con la palabra transición energética, como si los parques solares del Cesar le entregaran energía barata y confiable a las comunidades, o dineros de inversión social a los municipios, como si la entrada de estos nuevos energéticos pudieran reemplazar la economía del departamento de manera tajante y sin problemas. Cerrar la industria minera es más que poner paneles solares y turbinas eólicas (la Guajira ya se dio cuenta), sacar la industria minera es invertir para sacar a la gente de la pobreza. Desafortunadamente, llevamos dos años del gobierno del cambio y estos dos departamentos no han recibido un peso para proyectos de transformación productiva de gran escala, salvo los carrotanques de la Guajira.
*Director observatorio de Transición Energética del Caribe – OTEC – Universidad Areandina