Pasar de la fachada
Y tan fundamental como lo anterior es que la ciudadanía se apropie de la cultura en su concepto amplio; ese que además de artes y letras incluye modos de vida y maneras de entender el mundo. Si como sociedad no exigimos que la cultura haga parte fundamental de las políticas públicas y planes de desarrollo local y regional, si no entendemos igualmente a la cultura en su dimensión política (que no politiquera), nos mantendremos estancados en el silencio.
Convocados por la Fundación Foro Costa Atlántica, el sábado 3 de diciembre un grupo de gestores culturales se reunió con la intención de compartir conceptos y propuestas sobre el sector, a la luz del estado de su desarrollo y la gestión de la Secretaría Distrital de Cultura y Patrimonio. De hecho, a la secretaria se le invitó en una carta firmada por un centenar de actores directos e indirectos de un gremio que, aunque caracterizado por el estoicismo y la mística, sufre de limitaciones por las carencias en infraestructura y fuentes de financiación, políticas públicas cambiantes, imaginarios anacrónicos sobre el quehacer cultural y artístico, la ausencia de una agenda común y, como parece ser en este caso, pocos o nulos canales de interlocución con el ejecutivo local. En su respuesta escrita, la Dra. Fernández se excusó de asistir argumentando que la rendición de cuentas del sector ya se había realizado. Cierto es, pero en aras de recuperar canales de comunicación actualmente fracturados, su presencia hubiera sido un buen mensaje. Allá quedó la silla vacía.
Para no sentir la oportunidad como perdida, que valga entonces la pena compartir algunas reflexiones propias y compartidas encaminadas a propender por el fortalecimiento (podríamos incluso utilizar la palabra restauración) del tejido social que el sector cultural conlleva.
En primer lugar, seguir creyendo que los indicadores del sector deben amarrarse a un número de eventos o de asistentes a los mismos es limitar enormemente las posibilidades de transformación social que se pueden generar en el corto, mediano y largo plazo. Al mismo tiempo, se le sigue dando errado valor al imaginario de la cultura y el arte como un conjunto de actividades con las que se cumple asumiendo roles de mecenazgo. Por supuesto que el tener una agenda nutrida y escenarios llenos ayuda y motiva; pero si esa agenda no hace parte de un sistema que se proyecte más allá de los eventos en sí, la sostenibilidad e impacto quedarán en entredicho o dependiendo de la necesaria terquedad del gestor que la lidere. Es fundamental articular todos los loables y quiméricos esfuerzos actuales para que tributen a un sistema cultural local concertado, argumentado y sostenible; que no dependa de los vaivenes de los gobernantes de turno.
Y tan fundamental como lo anterior es que la ciudadanía se apropie de la cultura en su concepto amplio; ese que además de artes y letras incluye modos de vida y maneras de entender el mundo. Si como sociedad no exigimos que la cultura haga parte fundamental de las políticas públicas y planes de desarrollo local y regional, si no entendemos igualmente a la cultura en su dimensión política (que no politiquera), nos mantendremos estancados en el silencio.
Apenas son unas primeras ideas. Como bien dijo el colega Álvaro Serje, de la Puerta de Oro nos movimos a la Ventana al Mundo, lo que equivale a que seguimos sin pasar de la fachada. Es hora de que veamos que hay más allá de la efímera escenografía.
@alfredosabbagh
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