Hace diez años ya se nos fue un contador de historias, tan alto como su corazón, que mezcló palabras e imágenes para llevarnos a conocer de mundos costeños, amores embotellados, plátanos que llueven, cantantes que hacen de la noche día, juglares en sus patios, que de la muerte es mejor decir “no sé, no sé”, que en los carnavales Drácula sufre, que la champeta no te lleva al paraíso, que en las esquinas se habla y se crea, que un cordel nos amarra a la vez que nos libera, y que cuando se quiere un 3 a cero en contra es remontable. Todo eso hizo, todo eso enseñó, y todo eso prevalece. Aunque se hayan quedado historias por encontrar, vallenatos que cantar, títulos del Junior por celebrar y películas por, literalmente, parir; la huella es lo suficientemente grande y el camino lo suficientemente ancho como para dejar clara la senda.
A ese Ernesto Mccausland se le dedicó la semana pasada el “Esquina Fest” que la fundación que lo honra, dirigida por la maravillosa Ana Milena Londoño, secundada por sus hijas y un combo excepcional, organizó para traer al presente el recuerdo del maestro y el amigo. Adobado con anécdotas, el evento sirvió también para que jóvenes estudiantes pudieran participar en conversatorios y talleres en distintos temas relacionados con el oficio de narrar. Así mismo, y no es un dato menor, se proyectó por primera vez, luego de dos décadas de guardada y de pasar por un acucioso proceso de restauración, el filme “Champeta Paradise”, último largometraje dirigido por Ernesto, y que nos cuenta, más allá de algunas limitaciones técnicas, la historia de un amor imposible de final trágico que se desarrolla en una Cartagena dividida y al parecer irreconciliable. Más trágico que la historia de ese amor es que la historia profunda de la peli no ha perdido vigencia 20 años después. Algo sabía Ernesto, no cabe duda.
Y desde ya a pensar en los que vienen: Seguramente se podrá trabajar sobre temas como, por ejemplo, el periodismo narrativo, la crónica roja, la relación entre lo real y lo no real al momento de representar una historia, el cine, la televisión y las demás pantallas que ahora existen. Lo que hay es tela para cortar. Cuenta Eduardo Ortega del Río, talentosísimo narrador, que Ernesto repetía mucho la frase “Dame un lead y moveré el mundo”. En lo periodístico, el lead es la frase o párrafo inicial de una noticia, misma que se convierte en la entrada y a la vez en el anzuelo que atrapa al espectador/lector en la historia. Ernesto bien sabía que un buen lead captura con lo suficiente como para dejarte con ganas de saber más. De muchas maneras Ernesto le movió el mundo a mucha gente, esa que no olvida ni deja olvidar.
Pd: Desde ayer se celebra la versión 26 del Salón Audiovisual organizado por la Cinemateca del Caribe. Conferencias, talleres y proyecciones, todo con entrada libre, tienen lugar en la sede norte de esta entidad. Bien vale la pena asistir y apoyar a uno de los pocos eventos en su tipo que nos quedan en la ciudad.
@alfredosabbagh