Las reformas laborales que se han hecho en Colombia, siempre han favorecido a las empresas.

La premisa es que si se atenúan los costos de los productores, habrá más inversión con los excedentes.

El círculo virtuoso de la economía continuaría con más empleo, salarios a los trabajadores e impuestos al Estado.

Pero esa pretensión ha sido un fracaso.

Lo que ha pasado es lo de siempre: en vez de reinvertir sus ganancias, los empresarios los llevan a los paraísos fiscales de Aruba, Bonaire o Curazao. De ahí los llamados Panamá papers.

Y todos nos quedamos esperando la cacareada reactivación.

El sentido de lo que están proponiendo las voces que hoy piden mayor flexibilidad laboral, es el mismo, es decir, romper el ciclo contraccionista que tiene la economía nacional con un nuevo favorecimoento al capital privado.

El costo, de nuevo, lo asumen lo trabajadores.

La más sorprendente de todas las propuestas, es de la Anif. El pesidente de la asociación de instituciones financieras sugirió crear un nuevo salario mínimo equivalente al 75% del actual, para los menores de 25 años.

Es una propuesta desobligante y violatoria de la dignidad humana. Como no hay empleo, que los desempleados se contenten con una pírrica mensualidad de 621.000 pesos. ¿Saben qué va a pasar? Que al final el salario que devengan 9 millones de colombianos quedará reducido a ese monto. Porque esas lógicas son Lo que más molesta es que proviene de un sector que en el primer semestre del año obtuvo ganancias superiores a los 5.5 billones de pesos.

En contrario, otras sociedades están intentando alternativas que se alejan por completo del camino.

Lean, por ejemplo, a El mundo de tres ceros, del premio nobel de paz Muhammad Yunus. Cero pobreza, cero contaminación y cero desempleo.

Con evidencias en la mano, lo que propone es que el emprendimiento sea el gran sustituto del desempleo.

Porque la condición natural de los seres humanos es esa y no la de ser empleado. Si no fuera por ella no volaríamos en aviones ni existiría internet.

Para ello, hay que volver sujetos de crédito a los que hoy son rechazados por el sistema de las copiosas ganancias.

Yunus ha probado, a través de su banco en Bangladesh que ya se está replicando en vario países, que si le prestan a los que no tienen, se produce la justicia social y se obtiene una recuperación de cartera superior al 99 por ciento.

El punto es que esos créditos deben financiar ideas de emprendimiento social, que son analizados en campamentos de inversionistas con asesores encargados de estrucuturar los proyectos. Cuando pasan todas las etapas, viene el crédito.

Esas ideas, según Yunus, conforman un nuevo sistema económico que convierte al altruismo en una fuerza creativa capaz de salvar al mundo. Las que se cocinan en Colombia concentran la riqueza y solo salvan a los empresarios.

albertomartinezmonterrosa@gmail.com @AlbertoMtinezM