En estos días leí varias notas de prensa sobre unos mensajes de Twitter de Elon Musk del 4 de febrero del año pasado. En ellos, destacaba los criterios que usaba para contratar a empleados de alto grado. Me impactó que el énfasis estaba puesto más en actitudes, habilidades humanas y no en conocimientos técnicos. Seguro tenía en cuenta los conocimientos y capacidades, pero lo que le hacía definirse eran cuatro rasgos de la personalidad: “una ética de trabajo súper dura, talento para construir cosas, sentido común y confiabilidad”.

Son varias las reflexiones que me saltan de esta afirmación de alguien tan exitoso en el mundo de los negocios. Me pregunto si en las escuelas y en las universidades se hace un énfasis en la formación y desarrollo de estas habilidades; y si la didáctica usada es la apropiada para la naturaleza de ellas. Sobre cada habilidad pienso lo siguiente:

1. Entiendo la confianza como esa certeza de que el otro no me va a dañar de manera deliberada. Creo que es una apuesta por la bondad y la lealtad por el otro, nacida en las experiencias que hemos compartido. No hay verdadera confianza si no hay vida compartida. Nunca tengo la certeza de que el otro no me va a apuñalar por la espalda o intentar destruirme, pero apuesto, desde mis propios valores y lo que he leído en sus acciones, que no lo va a hacer ¿Cómo ser más confiable? ¿Cómo provocar que los otros sean confiables? La tragedia en muchas de nuestras relaciones, es que se fracturó la confianza, y tenemos la idea de que todos son enemigos y sospechamos que nos quieren dañar.

2. Sentido común, entendido como esa actitud natural de juzgar y comprender los acontecimientos y eventos de forma razonable, esto es, según una lógica coherente, con valor y significado. Mi abuela creía que ese sentido no era tan común, que nos costaba entender lógicamente las cosas, que distorsionamos fácilmente las experiencias cotidianas y logramos volverlas motivo de destrucción de las relaciones. Porque las examinamos desde nuestros preconceptos y paradigmas, esos que son construidos en nuestro contexto social y asumidos como verdades sin ninguna discusión.

3. Talento para construir cosas; esto lo entendí como ser creativos, no quedarnos repitiendo lo que otros han hecho, sino siendo capaces de dejarnos retar por los aparentes imposibles para construir nuevas respuestas. Soñar y arriesgarnos a pensar distinto, a entender de otra manera las realidades en las que estamos. Ser capaces de hacer, no solo de pensar y criticar.

4. Ética del trabajo: se trata de reconocer los valores que exige el trabajo, ser coherentes y comprometidos con ellos en el ejercicio de la labor. Sin ese respeto y asunción de los valores de la institución en la que se trabaja, no podremos contribuir realmente a la realización de su misión. La tragedia es participar en procesos cuyos valores no nos representan. Si dejamos que esto pase, terminamos siendo unos “desocupados” que cumplimos tareas en nuestro empleo que no nos ayudan a realizarnos personalmente.

Sigo pensando cómo los padres de familia y los educadores trabajan en formar a los niños y jóvenes en estas habilidades. Además de cuestionarnos si lo estamos viviendo así nosotros en nuestro trabajo. De no ser así, es mejor una vida de otra manera. Creo que el desarrollo de estas habilidades nos ayudan a ser felices.