Hay una oportunidad de reindustrialización, impulsada por la reconfiguración de las cadenas globales de valor, nuestros costos de producción nos dan una ventaja. Mientras el mundo se fragmenta entre potencias, la manufactura se vuelve sinónimo de seguridad nacional. Según el Banco Mundial, los costos industriales en Colombia son hoy 30 % más bajos que en México y 50 % menores que en Estados Unidos. El país tiene tratados de libre comercio con 66 naciones, acceso simultáneo al Pacífico y al Atlántico más una base urbana de 25 millones de trabajadores. Pero el potencial no está en maquilar, en ese varios son más baratos, sino en agregar valor desde la innovación tecnológica con energía limpia.
Entre 1990 y 2023, la participación de las manufacturas en las exportaciones cayó del 38 % al 16 %. En 2024, el país exportó US $5.700 millones en bienes industriales, frente a US $44.000 millones de México y US $13.000 millones de Chile. El problema histórico de economías de escala en competencia con China lo está resolviendo la geopolítica con criterios diferentes al costo marcando decisiones de inversión. La brecha no es de talento, sino de ecosistema.
El DANE muestra que Colombia tiene 7.000 empresas manufactureras medianas con potencial exportador, pero solo 1.200 acceden regularmente a crédito de innovación. La productividad laboral industrial creció apenas 0,5 % anual en la última década, frente al 4 % de Vietnam. La energía, aunque abundante, cuesta 65 % más que en Perú por deficiencias de transmisión. Y el país invierte apenas 0,3 % del PIB en I+D, contra 2,3 % de Corea del Sur.
Sin embargo, las condiciones del entorno están girando a favor. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) calcula que el near-shoring podría generar US $8.000 millones adicionales en exportaciones manufactureras en una década. Las tensiones entre China y Occidente han generado una reubicación de plantas en el hemisferio occidental. Centroamérica y Colombia aparecen como candidatos naturales por su ubicación, tratados y estabilidad relativa. Pero para que la manufactura renazca, debe cambiar la mentalidad. No se trata de volver al proteccionismo de los setenta, sino de crear política industrial inteligente: crédito productivo, eficiencia logística, integración universidad-empresa y encadenamientos regionales, Colombia puede convertirse en la base manufacturera verde de la región andina.
El Consejo Privado de Competitividad estima que una estrategia nacional de manufactura avanzada podría añadir 2 puntos de PIB por año con 1,5 millones de empleos calificados hacia 2035. Los sectores de mayor potencial son equipos eléctricos, biotecnología, farmacéutica, agroindustria procesada, y componentes de movilidad eléctrica. De hecho, el ensamblaje de buses eléctricos en el país ya ha superado las 2.000 unidades anuales.
La reindustrialización no será un milagro; será un diseño. En un mundo que busca producir cerca de sus mercados, Colombia tiene la posibilidad de fabricar el futuro si entiende que su competitividad no está en el subsuelo, sino en su talento humano, su energía limpia y su posición geográfica. El nuevo oro no está en las minas: está en las fábricas que aún no hemos construido. Si la matamos con regulación hostil, nunca llegarán.
@simongaviria








