Ustedes sabrán disculpar mi insistencia en este tema, pero es algo que me machaca el cerebro de forma permanente por lo que veo a diario en mi consulta y el desconocimiento de padres y aún de los profesionales de la medicina con respecto a la cantidad de diagnósticos que aparecen a diario en relación con el funcionamiento del cerebro.
En ese orden de ideas, se aclara que la neurodiversidad se refiere a que de forma natural todos los cerebros humanos son diferentes y varían en sus habilidades y capacidades dentro de un patrón que se denomina típico o neurotípico.
Por otro lado, la neurodivergencia cobija cerebros que funcionan un tanto diferente de ese patrón promedio o neurotípico, tal es el caso de lo que se conoce como TDAH, Dislexia, Dispraxia, Autismo en sus múltiples variantes (Clásico, Atípico, Savant, Asperger, Trastorno Semántico Pragmático, Síndrome de Rett, Fragilidad del Cromosoma X, Trastornos del Aprendizaje No Verbal), y todos aquellos nuevos síndromes que van apareciendo y a los cuales habremos de bautizar cuando podamos definirlos como síndromes.
En términos generales lo neurodivergente describe a personas cuyas diferencias cerebrales afectan su funcionamiento, tienen fortalezas y desafíos diferentes a los neurotípicos. Las principales dificultades están en la adaptación social, trastornos del aprendizaje, trastornos médicos y otras condiciones; las fortalezas incluyen memoria superior, habilidad para resolver cálculos matemáticos complejos, inicio de la lectura a edades muy tempranas, capacidad para aprender otros idiomas, y muchas más.
La aparición de estos casos en mi consulta no me permite perder mi capacidad de asombro cuando atiendo niños que leen a los 3 años de edad, me descrestan hablando en inglés o portugués, conocen abecedarios como el ruso o el egipcio, multiplican o dividen con una precisión y velocidad que compite con una calculadora.
Esto indica a las claras que no es un cerebro enfermo sino diferente, por tanto, es necesario revisar los conceptos de enfermedad, normalidad o anormalidad, cuando hablamos de estas personas con estas habilidades sorprendentes que superan al promedio de personas que se asumen como normales, o inteligentes.
Todavía nos falta mucho para comprender los dos grandes enigmas de la vida: el cosmos y el cerebro humano. Con el universo no tengo mucho para hacer porque no es mi campo; mientras tanto, seguiré divirtiéndome y aprendiendo de estos cerebros sorprendentes que llegan a mi consulta para mostrarme que el proceso de la evolución sigue su marcha en este planeta y nos llama a la reflexión sobre quiénes somos realmente.
haroldomartinez@hotmail.com







