La sociedad moderna, en contra de todas las ideologías, posturas políticas e intereses de los mercados ambientalistas, sigue dependiendo (sin existir aún otra solución) de minerales y combustibles fósiles. La dependencia es tal que los equipos, infraestructura, tecnologías, incluso producción de las llamadas “energías renovables” son fabricados 99% de materia prima proveniente de minerales y petroquímicos (plásticos). Sumado a esto, la energía necesaria para su fabricación depende casi en su totalidad de combustibles fósiles.
Es ampliamente conocido en el mundo que todos -absolutamente todos- los sectores económicos dependen de equipos e infraestructura de alta tecnología para fabricar equipos médicos, medicamentos, alimentos, transporte, comunicaciones, saneamiento básico, potabilización del agua, etc. y que no existe tecnología en el mundo que no se fabrique con minerales, plásticos y energía fósil.
Por lo anterior, el sector minero energético es quien sostiene el peso brutal de la demanda de todas las necesidades de la humanidad. Pero, lo más incoherente y reprochable es que a pesar de ser el sector principal de la sociedad moderna, es el que ha sufrido el hostigamiento del activismo ambiental, que derivó en un hostigamiento político y social y posteriormente se transformó en un hostigamiento de mercados e inversiones.
Afortunadamente, los grandes pioneros de la revolución verde están empezando a darse cuenta de la importancia de retomar y apalancar el sector (obviamente con mejores prácticas, más consciencia ambiental y responsabilidad social). Ningún país en el mundo se desarrolló sin dos pilares: industrialización de materias primas minerales y consumo significativo de energía. No existe un país que se haya desarrollado con minería de subsistencia, producción artesanal del campo, transporte a mula y energía a base de leña.
El sector minero no es simplemente hablar de una mina y el sector energético no es hablar solo de las tarifas de electricidad, esa es una mirada facilista y de desentendimiento total del sector. La minería es hablar de la materia prima necesaria para fabricar toda la infraestructura que tenemos a nuestro alrededor y la energía es la base del funcionamiento de todo proceso industrial, es la forma como se mueve el mundo.
Por lo tanto, Colombia necesita un presidente que sea “Minero Energético”, que conozca la importancia estratégica del sector, que entienda que la mejor forma de generar empleo masivo, de calidad y de largo plazo es la industrialización del país y eso solo se hace con un sector minero energético robusto, contundente y que genere, además, beneficios económicos y sociales.
*Director Observatorio de Transición Energética del Caribe OTEC – Universidad Areandina


