El exitoso evento de Rigoberto Urán (bien por Álex, que promueve cada vaina para vender la ciudad) no dejó espacio para la recordar la terrible tragedia de Armero, ni para conmemorar la toma del Palacio de Justicia, que dicho sea de paso, terminaron presentando a los héroes del ejército que defendían la democracia, maestro, como malandros capaces de lo que fuere, y como víctimas a los inocentes guerrillos del M19 contratados por Pablo Escobar para quemar todos los expedientes. Es la narrativa izquierdista que todo lo busca tergiversar. Y a veces hasta lo logra. Por ello hay que estar pilas con los preliminares de las elecciones del año entrante, dejar constancia de todo, para evitar una trampa de última hora que no concuerde con los acontecimientos previos. Casos se han visto.
Lo de Roy Barreras se presta para muchas especulaciones y, pese a que aún hay dudas de la viabilidad jurídica de su inscripción como candidato, seguramente lo será, y tendrá la anuencia del petrismo, o sea, será candidato único de la izquierda destructora que en la reciente consulta mostró las orejas de lobo grande, mientras que los partidos continúan con sus indecisiones, que los ex presidentes Uribe y Gaviria se reunieron, hablaron de unidad, pero mucho tilín y cero paletas. El uribismo abre su abanico, la Cabal puntea de lejos, pero también están la Valencia, la Holguín, Uribe papá, y ahora pareciera que Pinzón también entra, pero no deciden. Gaviria tiene al brillante Mauricio Gómez Amín, pero no lo apoya abiertamente, también anda esperando no se sabe qué. Los godos se han quedado con la carabina al hombro, esperando un decidido apoyo de todo el partido a Fincho Cepeda, pero nada de nada, incomprensible silencio total. Entre tanto, Vicky y Abelardo, sin partidos ni maquinaria electoral, continúan en su tarea, al punto que lideran las que aún no son encuestas, está prohibido y no se sabe por qué, pero son similares, llegan por mecanismos rebuscados, aunque parecieran con algún grado de certeza.
Sobresaliente lo de Abelardo, hombre caribe, decidido y frentero, que anuncia acabar con todos los vicios que nos acosan, y sobre todo con tanta posición pusilánime. Pese a que se creía que los cachacos eran renuentes a votar por un costeño, su mensaje de firmeza y valor, su manera limpia de hacer política sin políticos y sin dudosos recaudos, sumado a la defensa de los valores humanos, ha calado en la región andina y en todo el país al punto que se percibe como puntero por encima de los partidos, que han perdido caudal.
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