Barranquilla y el Caribe colombiano necesitan más que buenas ideas: requieren empresas capaces de escalar, exportar y crear empleos bien pagos. A eso le llamamos emprendimiento de alto impacto. No es sinónimo de “startup” ni de moda pasajera; es la disciplina de resolver problemas grandes con modelos sostenibles, equipos de clase mundial y ambición para crecer diez veces, no diez por ciento. Cuando aparecen compañías así, el efecto multiplicador es inmediato: atraen talento, profesionalizan proveedores y pagan mejores salarios.
La pregunta práctica es cómo pasar del entusiasmo a los resultados. Primero eligiendo problemas relevantes para la región —logística, salud, energía, alimentos, turismo— y abordándolos con tecnología y modelos de negocio que funcionen en Barranquilla, en Colombia y fuera del país. Segundo conectando capital inteligente con equipos fundadores: más que cheques se requieren mentores exigentes, buen gobierno corporativo y métricas claras. Tercero formando talento con mentalidad global: bilingüe, digital y obsesionado con el cliente.
Aquí ya existen cimientos. Endeavor, que este año celebró 10 años en la región Caribe, ha demostrado el poder de acompañar a emprendedores con potencial de “scaleup” para acelerar su crecimiento y su impacto. Su red de mentores y su estándar de selección elevan la vara y crean referentes locales que inspiran a la siguiente generación. Caribe Exponencial, por su parte, articula a empresas catalíticas, fundaciones y academia para convertir retos en oportunidades de negocio, facilitando conexiones, pilotos y apertura de mercados.
Pero falta dar un salto colectivo. El llamado es a alinear esfuerzos: que universidades conviertan laboratorios en vitrinas de prototipos, que cámaras y gremios abran puertas para pruebas con clientes reales, que el sector público compre innovación local cuando sea eficiente, y que fondos y banca apuesten por quienes demuestran tracción y buena gerencia. Los emprendedores, por su parte, deben enfocarse en problemas de alto valor, medir todo y rodearse de talento mejor que el propio.
Si queremos una economía menos dependiente de vaivenes y más anclada en productividad, necesitamos más emprendimientos que “muevan la aguja”. Barranquilla y el Caribe tienen la energía, los puertos y la actitud. Con disciplina, redes como Endeavor y Caribe Exponencial, y una alianza público-privada que premie la ejecución, podemos convertir a esta región en una fábrica de empresas que conquisten mercados y multipliquen oportunidades para miles de familias ya. Por eso necesitamos que el próximo presidente de Colombia ponga este tema en la cima de sus prioridades.








