Para nosotros es muy chocante escribir hoy sobre estos abusos locales descarados de muchos motociclistas, no todos, que subidos a los andenes, aceras, sin contemplación transitan sus vehículos. La mayoría de las veces a velocidad máxima, con descortesía, con altivez, con atrevimiento. Durante este año nos hemos visto obligados a escribir aquí mismo en estas columnas sobre este flagelo que nos parece absurdo pero que al final, así sea aparentemente doméstico, denota una ausencia de autoridad policiva que no sabemos si se trata de que no hay las suficientes unidades para detener este delito, porque lo es más que una infracción, o que existiendo el personal adecuado no lo quieren destinar a este asunto o comedia, o tragedia que está azotando nuestra ciudad en todos los barrios.
Hace pocos días un amigo nuestro muy conocido en el barrio Boston de esta ciudad a las cuatro de la tarde iba caminando por un andén con su hijo de once años conversando tranquilos cuando observaron que de frente a ellos se avecinaba dentro de la acera a mayor velocidad un motociclista que al verlos no disminuyó su tráfico de modo que alcanzó a rozar el hombro del niño que intentaba dialogar con su padre algo distraído. El chico cayó apenas golpeado y en el suelo su padre angustiado verificó que no pasaba del golpe. Varios vecinos acudieron y hasta el motociclista se detuvo metros adelante. Cuando mi amigo furioso empieza a insultarlo cínicamente el motociclista le grita contestándole: “Bueno y ese imbécil del niño no sabe por dónde camina?”. El epílogo es que si el individuo de la moto no huye rápidamente hubiese habido alguna tragedia porque el vecindario estaba enardecido.
Conclusión: pedirle, rogarle, suplicarle si es el caso al Señor Comandante actual de la Policía del Atlántico que por favor destine, si los tiene a la mano, una patrulla de efectivos para que circule permanentemente, a toda hora hábil, así de subrayado, a controlar este fenómeno que va creciendo por ausencia principalmente de autoridad. La detención de la moto por horas o el comparendo al infractor por unos meses los detiene y los hace pensar. Por supuesto repetimos solo es un segmento grande, sí, de infractores, eso lo repetimos porque la gran mayoría no comete el abuso. Un abuso que sí es mayoritario en no respetar semáforos, velocidad extrema siempre, avanzar “pasándose” al delantero, en fin toda una gama terrible de infracciones que nos hace exclamar al resto de conductores permanentemente la horrible frase: “Esta es la pesadilla más grande que tiene el tráfico en la ciudad”.