Entusiasmado leí el libro de Mel Robbins Let Them. Creo que los libros siempre nos ayudan a ser mejores seres humanos. Me encantó lo que dice de la amistad. No solo los tres pilares que ella cree que permiten que una amistad sobreviva: proximidad (de lejos, a pesar de la tecnología, se hace difícil), tiempo (o sincronía de etapas de vida) y energía (la conexión real), sino también la invitación a dejar que las cosas fluyan.

Me convenció de que ese esfuerzo exagerado que hacemos de “controlar” la cercanía, la frecuencia de contacto o las expectativas con amigos, nos llena de estrés y hace que no disfrutemos realmente la conexión con la otra persona. Toda la energía que se invierte en eso termina generando intensas dificultades. Dejar que el otro sea y que la relación se mueva según las opciones y posibilidades de las personas involucradas, permite que se disfrute y que tenga sentido lo que hacemos juntos.

Lo normal es que los amigos tengamos momentos de conflicto, de desencuentro y hasta de alejamiento. No podemos dramatizar estas situaciones: forman parte de nuestra condición y de la manera cómo nos comunicamos. Robbins propone un método interesante para esos casos: en las amistades difíciles o cuando hay tensión, sugiere herramientas como el método ABC. Apologize/Ask: disculparse si uno ha actuado de manera equivocada y preguntar, indagar por las causas de la situación. Back Off: dar espacio, entender la distancia y no coaccionar ni presionar. Y Celebrate: celebrar lo que funciona, ya que eso es lo que nos permite estar motivados y tener la mejor actitud ante la otra persona. Esa estrategia busca influir positivamente sin imponer ni obligar a nadie.

Para mí la amistad es una de las experiencias más sublimes que tenemos los humanos. Creo que es necesario tener amigos. Es más, sospecho de quienes dicen no tener ninguno. Siempre he creído que algo no anda bien en esas personas, porque uno puede pelear con un amigo, pero ¿con todos? En el ámbito religioso me impresiona cuando alguien dice: “Mi único amigo es Jesús, nadie más, porque él no falla”. Quienes dicen eso, seguro no dan lo mejor de sí en las relaciones. Además, es imposible: no creo que alguien pueda ser amigo de aquel a quien no ve sin ser amigo quienes ve a diario.

Dejar, soltar, aceptar y liberarse del deber ser, hace que vivamos tranquilos y felices. No podemos controlarlo todo, e intentarlo nos amarga. Esta vida es corta y pasa rápido. Por ello, lo mejor es aprender a gozar lo que se tiene, y entender que hay relaciones, trabajos y experiencias que ya no nos hacen bien y que debemos soltar.

@Plinero