En la discusión política local se repite un libreto conocido: que Barranquilla está “ahogada en deudas”, que se financia a punta de préstamos y que tarde o temprano las cuentas no van a cuadrar. Pero los datos oficiales más recientes del Departamento Nacional de Planeación (DNP) desmienten esa versión. En su último informe, Barranquilla aparece en el grupo de ciudades con finanzas solventes, solo detrás de Bogotá y por encima de Medellín, Cali y Cartagena. Una posición así no refleja una ciudad en crisis, sino una administración eficiente y bien manejada.
El liderazgo tiene un responsable directo: Álex Char. Bajo su administración, Barranquilla fortaleció su recaudo tributario con cifras que ya quisieran las demás ciudades. Mientras Bogotá y Medellín apenas registran aumentos del 4 o 5 %, Barranquilla crece en dos dígitos: +16 % en predial, +37 % en industria y comercio, y un aumento global de ingresos propios que dobla a Medellín y triplica a Bogotá. No es suerte, es gestión y disciplina fiscal.
La inversión también habla más fuerte que cualquier discurso. Barranquilla logró la máxima calificación en formación bruta de capital fijo, es decir, destina más recursos a obras que dejan huella real: vías, colegios, hospitales y parques. En Cali, de cada 100 pesos invertidos, apenas 11 se destinan a proyectos productivos; en Barranquilla, 24. Aquí la deuda se convierte en activos y beneficios visibles para la gente, no en promesas vacías.
El gasto de funcionamiento es otro indicador clave. Barranquilla mantiene su burocracia en niveles moderados. Eso significa que no dilapida recursos en nómina, sino que concentra la mayor parte en inversión social y en obras. Bogotá y Medellín cargan estructuras mucho más costosas; Cali y Cartagena apenas cumplen los mínimos.
¿Y la deuda? Claro que existe, pero está lejos de ser un problema. Endeudarse para transformar la ciudad no es una señal de crisis, sino de visión. Además, Barranquilla cuenta con la confianza de las calificadoras internacionales, que le otorgan AAA, resaltando su capacidad de pago y la buena gestión de sus ingresos. En simple: tiene con qué pagar, y paga a tiempo. Llamar a eso “sobreendeudamiento” es un recurso político, no un diagnóstico financiero.
Lo curioso es la terquedad de los críticos. Les ponen las cifras en la cara y aun así insisten con el mismo cuento de la “deuda”. Les incomoda que Barranquilla recaude más que Bogotá, que invierta más que Cali, que supere a Cartagena y que incluso deje atrás a Medellín en crecimiento de ingresos propios. versión productiva y un gasto de funcionamiento bajo control.