Superar la rivalidad es signo de madurez y evidencia de inteligencia emocional. Dejar atrás la enemistad es mucho más que la acción motivada por la supervivencia o la conveniencia: Perdonar constituye el mayor desafío de todo tipo de relación. ¿Qué haces después de que te ofenden? ¿Existen posibilidades de reparar los daños? ¿Hasta qué punto se debe intentar la reconciliación?

Tomar la iniciativa para dejar atrás las heridas propias de toda forma de maltrato o violencia, no necesariamente exige retomar la relación como si no hubiese pasado nada. Hacerse el indiferente ante la agresión es una forma recurrentemente potenciadora de la revictimización: Quien quiere enmendar su error, debe hacer mucho más que una promesa: Estar en capacidad de ofrecer garantías reales de no repetición es esencial.

La seguridad es mucho más que un indicador medible con cifras, datos y resultados. No se reduce exclusivamente a percepción, sensación o protección. Constituye el nivel óptimo de las relaciones de una sociedad como consecuencia de la paz, la justicia, la aplicación de los valores, la fuerza de la identidad y la inclusión. Estar seguros es vivir con la plena confianza superadora de peligros, miedos y amenazas, provocando estabilidad emocional y mental.

De todas las formas en las que se pueden restablecer positiva y favorablemente las relaciones, la menos considerada y estudiada es la labor de los reconciliadores. A diferencia de los mediadores, facilitadores, conciliadores, intermediarios o gestores, un reconciliador es un agente espiritual capaz de ofrecer caminos para encontrar rutas hacia el perdón sincero y la reparación genuina.

Reconciliarse es retomar el contacto sin priorizar la retribución, juicio, castigo, reproche, señalamiento, resentimiento o reclamo permanente. Implica avanzar en una relación, aunque el daño no pudo evitarse, generó dolor y dejó señales que recuerdan el riesgo permanente de su repetición. La reconciliación es una decisión de las partes involucradas en el conflicto y necesitan generalmente un reconciliador.

La ‘Reconciliaduría’ es la misión de quien se propone restablecer vínculos, el propósito del restaurador de relaciones rotas y la gestión eficaz de un garante de la paz, la justicia, la seguridad y el trato digno, acorde con la integridad moral, física y espiritual de las partes que han padecido algún tipo de ruptura, provocadora de daños en todo orden. Es la confesión del promotor del perdón. La vocación del guía defensor de la familia. El reto de quienes reparan lesiones del alma.

¿Te animas a ejercer la ‘Reconciliaduría’?

@JulioCesarHT