La conocida frase en inglés no pain, no gain que traduce literalmente “sin dolor, no hay ganancia” es muy utilizada en el ámbito deportivo y el entrenamiento: si quieres mejorar tu condición física, tendrás que aguantar cansancio y esfuerzo muscular. Pero también se aplica, cuando hablamos de crecer, aprender o lograr metas importantes en la vida y salir de nuestra zona de comodidad; siempre queremos crecer, pero no siempre queremos pagar el precio de la incomodidad. En otras ocasiones, decidimos tomar el volante, asumir la responsabilidad de nuestro rumbo y vivir con un propósito.

En la comodidad hacemos lo que se espera de nosotros, cumplimos rutinas y cumplimos con lo necesario, pero no cuestionamos si esas acciones nos acercan a lo que realmente queremos, sin embargo, estar en zona de confort no es malo en sí mismo, siempre será recomendable tener espacios de tranquilidad y momentos donde todo fluya sin tanta exigencia, sin llegar a caer en la pasividad, en la cual nos acostumbramos tanto a la rutina, que dejamos de soñar.

Por su parte, el crecimiento intencional como tal, no llega gratis, implica incomodidad, salir de la zona segura y atravesar la incertidumbre; la diferencia con la comodidad no está en los talentos innatos de cada uno de nosotros, sino en la decisión de asumir riesgos con un propósito. Crecemos cuando aceptamos nuevos retos, cuando nos exponemos a aprendizajes incómodos; cuando nos enfrentamos a nuestras limitaciones y decidimos superarlas, puede traernos frustraciones, dudas y algunos fracasos.

La clave está en un equilibrio sano que implica reconocer que la comodidad es necesaria para descansar, recargar energías y disfrutar de lo alcanzado, pero también implica, que el crecimiento requiere momentos de incomodidad intencional, de riesgos y hasta de valentía. Imaginemos nuestras vidas como un viaje en un vehículo en una carretera, si siempre nos detenemos en las zonas de descanso nunca llegaremos a nuestro destino, pero si nunca nos detenemos tarde o temprano el motor terminará fundiéndose. Conducir con propósito significa tener claro cuándo acelerar y cuándo descansar, cuándo abrazar el riesgo y cuándo valorar la calma.

La comodidad sin dirección nos convierte en simples espectadores, vemos pasar los días, las oportunidades y los sueños. El crecimiento intencional nos convierte en protagonistas, elegimos, decidimos, nos arriesgamos.

Al final, la pregunta no es si queremos comodidad o crecimiento. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a incomodarnos lo suficiente como para crecer, sin olvidar que la comodidad también es parte del viaje?

La respuesta, como siempre, está en nuestras manos.

@henrydelae